El Gobierno persiste en proyectar su funcionamiento interno al internacional, desconociendo la vida internacional. Los gobiernos que asumen al Estado y tienen políticas de largo plazo no lo hacen así; no trasladan sus disputas internas a la vida internacional.
No es la primera vez que el gobierno es derrotado al nivel internacional por esta actitud. Muestra un voluntarismo extremo al pretender que la simple presión y denuncia serán seguidos por los demás estados como si siguieran la polarización interna. Y no es que los demás rechacen un cambio, a suponer sea positivo. Eso pasó con la tentativa de cambiar la capacidad de intervención de la CIDH, en particular de la relatoría sobre la libertad de expresión, quien suscitó la posición de Ecuador, por criticar el juicio a El Universo. Ecuador desconocía así a una instancia creada en largo proceso ante los abusos de los poderes estatales que se trasladó de la vida nacional a la internacional, precisamente para escaparse de las manipulaciones que limitan la imparcialidad de las instancias de justicia local. Es ya un largo proceso en el mundo desenclavar la vida interna nacional para construir otras instancias internacionales que asumen tareas nuevas o tratan de cambiar el deficiente funcionamiento interno. Ecuador ahora reivindica una soberanía del XIX no una del XXI.
Desde luego que este creciente sistema internacional ha sido creado por presiones e intereses de las potencias, entre otros ante la falta de perspectiva de los demás, y conviene cambiarlo en varias instancias y normas. Pero no es precisamente el caso de los derechos humanos, estando el Sistema Interamericano a la vanguardia. Ecuador buscaba debilitar la CIDH restringiendo el poder de la relatoría y con un financiamiento estatal que crearía dependencia de los estados de quien conviene no depender, a suponer que pagaran sus cuotas y dándoles más poder a los estados cuando se trata precisamente de que exista una instancia diferente a su influencia. Era de hecho un retroceso en la protección de los derechos de la persona.
Qué difícil resulta captar la pertinencia de los derechos humanos cuando se pretende tener el buen proyecto y se reivindica y afirma el poder como su medio de hacerlo predominante para todos. Ecuador es de las sociedades que no termina de captar la pertinencia de los derechos fundamentales de la persona, y se considera que hay algo mejor porque defiende derechos sociales, e incluso tienden a priorizar sobre los fundamentales de la persona, como puede ser el respeto de la persona, de sus bienes y concepciones o creencias. Los derechos sociales son indispensables, ahora se los sitúa al mismo nivel que los otros, pero el defenderlos no puede ser a detrimento de la pertinencia de la persona y sus derechos. Lo revolucionario no está en pisotear a la persona en nombre de la igualdad social.