Derrocar a Atahualpa

El país no ha dado al Inca Atahualpa el peso y la dimensión que tiene en la Historia de América Andina. No se le ha levantado un monumento nacional como corresponde. El que se construyó en Caranqui, su lugar natal, debe ser mantenido, protegido y mejorado.

La obra, proyectada por el arquitecto Guayasamín, no fue producto de la improvisación. Fue diseñada y construida con cuidado, a base de un estudio de la arquitectura inca, con los elementos que en esa época estaban disponibles a los investigadores. Tiene rasgos arquitectónicos destacables, como sus proporciones, materiales, ubicación de las entradas, dirección de la luz y ubicación del sol de metal que fue retirado de la fachada oeste del edificio.

El monumento fue producto de concepciones históricas y arquitectónicas de la época. Representa un momento de la trayectoria del país y de la ciudad. Es un hito con que la población se identifica. En este sentido, es patrimonio urbano.

El monumento a Atahualpa ha sido descuidado por años. Restaurarlo es una buena iniciativa. Pero el proyecto solo puede ser de sustancial mejora. La plaza en su conjunto fue destinada a un monumento, que no por coincidencia está dedicado al ibarreño más importante de la historia. El espacio debe ser conservado como monumento. Cualquier remodelación debe tener por objeto mejorarlo, ampliarlo y mantenerlo en condiciones decorosas. No es dable cambiar su naturaleza.

Se sabe que el proyecto incluiría el derrocamiento del templete y la construcción de una cancha y parque infantil. Su propósito no es remodelar y mejorar un monumento, sino cambiar el destino del espacio urbano. Eso sería, con todas sus palabras, una barbaridad. Desmantelar el único monumento que hemos levantado a Atahualpa para transformarlo en un parque de diversiones barrial, no solo es una ofensa al personaje, sino a Caranqui, a Ibarra y al país.

El monumento a Atahualpa en Caranqui debe ser considerado como un hito internacional, como un homenaje de dimensiones continentales a un personaje continental. Se debe remodelar todo el espacio de la plaza, para darle mayores dimensiones y presencia. Hay que tomar en cuenta que está ubicado a pocos metros, y debería ser considerado como una suerte de entrada, a la "Huaca", uno de los sitios arqueológicos más importantes de América Andina.

No debe obstaculizarse el proyecto de remodelación. Pero debe ser rectificado. No solo uno u otro detalle, sino su concepción básica. Toda la plaza es el monumento y así debe conservarse. Que se derroquen los añadidos, entre ellos los servicios higiénicos, que se hagan las modificaciones para que no sea botadero de basura o lugar de concentración de borrachos, que se encargue una estatua digna de Atahualpa, está muy bien. Pero se debe respetar el destino que se dio al sitio hace medio siglo.

Suplementos digitales