Ha sido mágico, Dominique Strauss-Khan (SK) de candidato casi de consenso del Partido Socialista y, según los sondeos, posible Presidente de Francia, pasó en horas a una cárcel, acusado de violación a una mucama de un hotel. La prensa en Francia reveló testimonios sobre él de un largo historial de alguien habituado a una práctica tanto de seducción como de apropiación brutal del cuerpo de una mujer. A dos mujeres jóvenes del hotel de los acontecimientos, bar y restaurante, les habría propuesto subir a su suite al final de su jornada. La mucama presumiblemente sujeto de violación, desconocía quién era SK, lo supo al momento de la denuncia, los análisis indicaban que sí hubo esperma, ella afirmaba que en su desesperación gritaba déjeme, no quiero perder mi trabajo. La tradición de la justicia de EE.UU. de condenar estos casos, hacía de SK un presidiario por 20 ó 25 años. Hoy se plantea que SK puede volver a ser candidato, su versión de complot por Rusia y la derecha francesa adquiere tintes de credibilidad. Ya liberado de prisión, en una casa de casi USD 50 000 al mes, su defensa (la más cara de Nueva York) espera la exculpación completa o un año de cárcel que no lo cumpliría. Los fiscales, en un escenario de película, ven errores en su estrategia mientras se alaba a los abogados de SK. La víctima presumible ya no lo sería, se convierte en una aprovechadora movida por dinero. En principio, ya habría obtenido dinero por prostitución, su llamada a un preso a quien dijo saber lo que hacía ante una persona rica, le han convertido sin más en instrumento de complot y mágicamente no habría violación sino consentimiento con discrepancia sobre el pago.
Mucha magia, pero en los casos de violencia doméstica, de extrema discriminación de género, no es raro el cambio de roles y versiones. Supongamos que la Sra. Diallo haya hecho prostitución, ello no impide que pudo ser violada. El informe de la experimentada directora del Centro para víctimas del Hospital St. Luke, indica que horas después de los acontecimientos, seguía en estado de ‘shock’, desconcertada, descompuesta, con los síntomas típicos de una víctima. La violación destruye a la persona. Que la defensa haya logrado obtener imprecisiones y contradicciones en sus versiones no es excepcional para alguien en sus circunstancias. Pero el peso del presunto victimario y de ciertas noticias que, con justeza, acordaron a SK el derecho a la inocencia hasta prueba de lo contrario, terminaron por privar a la posible víctima de su derecho a ser creída. No podía ser más caricatural este caso, de un poderoso ante una persona desprovista de los medios de enfrentarlo y un resultado que muestra lo medular de la dominación de género, el victimario, el racional con derecho a la inocencia, la víctima posible sin derecho a ser creída, su palabra no pesa, no existe.