El año está por acabar y entre todos los eventos ocurridos a nivel global -que nos permitirían entrever el mundo que nos esperará mañana- no se subraya con frecuencia la singular cadena de victorias de la izquierda en el 2012. No se trata de afirmar que esto ocurrió en absolutamente todos los escrutinios ocurridos; sin embargo, es peculiar el hecho de que la derecha perdió elecciones muy significativas y muy mediatizadas.
Para empezar, el Partido Socialista francés de Hollande venció al UMP de Sarkozy. De esta manera la izquierda volvió al poder en Francia después de 15 años. Cabe resaltar que estas elecciones estuvieron marcadas por la enorme popularidad acumulada por el extremo-izquierdista Mélenchon. Además, el partido de la centro-derecha terminó hecho trizas con un enfrentamiento entre los dos aspirantes a su dirección, Fillon y Copé. Durante varias semanas ningún campo reconoce su derrota en las elecciones internas, el grupo parlamentario del partido se ha dividido, y ahora muchos de sus militantes dudan de la supervivencia de la organización.
Obama y el Partido Demócrata estadounidense dieron una tunda en las urnas a Romney y el Partido Republicano. Estos últimos han continuado y exacerbado un discurso sumamente nacionalista, sumamente religioso (que engloba iniciativas antiderechos de los homosexuales, antiaborto, a favor de la abstinencia sexual…), sumamente intervencionista en términos militares, sumamente desconfiado del rol de las instituciones gubernamentales, y sumamente incrédulo de la crisis del calentamiento global. Estas premisas han emocionado indudablemente a un gran numero de americanos de regiones como el “bible belt” o el “mormon corridor”, pero han decepcionado a la gran masa de ciudadanos que reclaman una modernización del pensamiento conservador.
En Venezuela, a pesar de la alianza de la oposición venezolana detrás de la figura de Capriles, Chávez volvió a conquistar el poder en las urnas con ocho puntos de diferencia. De esta forma se puso en evidencia la incapacidad del discurso de la centro-derecha de ilusionar con sus premisas a las masas más humildes de la población.
En México, con la victoria de Peña Nieto el Partido Revolucionario Institucional (PRI) vuelve al poder tras 12 años. De esta manera termina un largo período de gobierno del ultraderechista PAN que presidió el país con Fox y Calderón.
Más allá de los fracasos del español Rajoy de detener la crisis con recortes y del despedazamiento de la derecha italiana, todas estas, y otras, derrotas electorales ponen de relieve un año sumamente duro para este campo ideológico. No se trata de una simple coincidencia, es clara la dificultad de la derecha para representar los intereses más populares. Una modernización es necesaria.