En los últimos tiempos la práctica deportiva de alto rendimiento se ha resignificado y ha demostrado una serie de modificaciones que han comenzado a tener impacto en los resultados. El talento, la garra y el corazón (tan propios de nuestra región) son cualidades indispensables para cualquier deportista que busque triunfar, pero que hoy son complementadas con planificación, tecnología y el análisis de cuerpos técnicos minuciosamente organizados.
El fútbol no ha sido la excepción y Ecuador tampoco. La Selección nacional ha tenido un arranque más que esperanzador en el torneo de eliminatorias rumbo a la Copa del Mundo de Rusia 2018, ocupando el primer lugar de la tabla de posiciones.
Para los especialistas, la clave del buen momento del equipo ecuatoriano está en el director técnico, Gustavo Quinteros, y su impronta. Un exponente, como otros tantos entrenadores, de un modelo de liderazgo destinado a potenciar a los grupos que conducen, a sacarles lo mejor, a innovar y, por sobre todas las cosas, a adaptarse a cada circunstancia.
Si saltamos del deporte a la política, y sin temor a equivocarnos podríamos afirmar que nunca la labor de un director técnico se ha parecido tanto a la de un dirigente político y viceversa. La figura presidencial debe administrar los recursos del Estado y conducir al pueblo que le dio la responsabilidad de ocupar el sillón presidencial, con inteligencia y creatividad, mirando el corto plazo pero no perdiendo de vista el futuro.
Como le ha ocurrido al Ecuador, donde el actual Presidente tuvo la determinación de levantar la autoestima de la nación, como un DT en su vestuario, potenciando las capacidades de cada una de las regiones del país, y a cada sector social pensándolos como parte del mismo equipo.
Sin dudas, la reconstrucción de la sociedad ecuatoriana y el potencial que ha adquirido el país en los últimos años son el resultado de una buena conducción, que ha sabido poner en funcionamiento las mejores tácticas para jugar los partidos necesarios en el terreno de la educación, la ciencia, la economía y el progreso.
Ese liderazgo que ha sabido conseguir Ecuador a través de las urnas, hoy también se ve reflejado en la Selección nacional de fútbol que ha logrado alcanzar el primer lugar en las eliminatorias con base en trabajo y esfuerzo, pero también de la inteligencia que ha demostrado Quinteros para poner en valor todo el material futbolístico con el que contaba para encontrar la mejor fórmula.
Liderar implica una gran responsabilidad, y como aspectos sobresalientes, debe traducirse en buenos resultados y garantizar que el equipo pueda evolucionar y crecer en el tiempo. Y es ahí donde Correa y Quinteros se parecen. Hoy, mientras se discuten las enmiendas a la Constitución y donde el Presidente ya comienza a hablar de los cuadros que pueden continuar con el proyecto de la revolución ciudadana, lo que aparece con claridad es que, tanto en la cancha como fuera de ella, los ecuatorianos están preparados y decididos para continuar ganando partidos.
Enrique Ossorio