‘Si el pueblo dice No... tenemos que irnos callados’

Por vez primera desde diciembre del 2005, Evo Morales camina en estas semanas por la cornisa.

El primer Presidente indígena de Bolivia, que ocupa el Palacio Quemado de La Paz -la sede del Gobierno- desde enero del 2006, se asoma al barranco de un revés en las urnas, en el referendo que se llevará a cabo este domingo 21 de febrero.

El día 21, los electores bolivianos decidirán si el exdirigente cocalero puede o no postularse a una nueva reelección, en los comicios de finales del 2019. El domingo pasado, las encuestas sobre la intención de voto advirtieron de un crecimiento de la tendencia del No.

Con franqueza -que se agradecería en otros líderes latinoamericanos, en especial de los que integran el ala de los países que se autodenominan ‘progresistas’- Evo Morales ha hecho algo quizá impensable. Ha admitido la posibilidad de un naufragio electoral. Lo ha expresado con una llaneza, que con seguridad se aplaudirá con más énfasis si, en efecto, los dichos empatan con los hechos: “Si el pueblo dice que No, ¿qué podemos hacer? No vamos a hacer un golpe de Estado, tenemos que irnos callados”.

A estas alturas, está claro que el escándalo alrededor de un supuesto tráfico de influencias ha entorpecido los planes de Morales de extender al menos hasta el 2025 su proyecto político, de corte socialista. Un proceso, que hay que reconocerlo, dibuja la faceta más amable y con mejores resultados del bloque ‘bolivariano’.

En otras palabras, el muy franco Evo -quien no posee un PhD ni una colección de doctorados Honoris causa ni lee libros- sí tiene algo que enseñar a sus colegas. Por ello, no suena desafinada la idea de que en La Paz o en El Alto se ofrezca un seminario a líderes regionales y del mundo. Uno de los principales temas debiera centrarse en las recetas para acumular y disponer de un fondo de ahorro, que sirva para afrontar como se debe y con sentido común las temporadas de vacas flacas.

Otra asignatura pudiera enfocarse en un aspecto más enmarañado: cómo escuchar bien la voz del pueblo, cuando este dice No y ¡basta!

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