Entre urnas que se llevan el secreto del voto y máquinas computarizadas, se ha sumergido la democracia; ¿será que ha envejecido en 2 500 años de iniciarse en Asambleas griegas integradas por demos-pueblo y krátos-ciudadanos, excluidos esclavos, artesanos y extranjeros? Hoy la custodia de esos actos de sufragio está en uniformados fieles a quienes detentan el poder político salido de proclamadas victorias numéricas. Antes era el 50% del total de votos, ahora se gana con el 40% de votos masificados, con lo cual no se expresa la voluntad mayoritaria, porque no cuentan ni blancos, ni anulados. Ese tipo de triunfos tanto en México, Venezuela, Nicaragua, como en la gigante Rusia o en la fanática Irán, han sido acusados de fraude.
De pocos griegos a millones de votos en el siglo XXI, los candidatos se convierten en productos de oferta política, en posición contraria a la propaganda comercial o invertida en relación al público consumidor, pues mientras esta gana clientes para que compren mercancías, los candidatos buscan adherentes a su mensaje para que voten por posibilidades de cumplimiento. Mientras el cliente comercial se lleva un producto elegido, el elector al votar se lleva la esperanza de que su candidato cumpla lo ofrecido, y se hace imposible revocar el mandato. Por eso, tanto el candidato presidencial como el último votado, se someten a las necesidades del mercado político y desfilan en las tarimas como actores teatrales, mientras quedan embodegadas las doctrinas e ideologías. Todo esto requiere financiamiento para sustentar espacios audiovisuales y de prensa.
En el escenario ecuatoriano hace tres décadas el populismo-CFP irrumpió, y hecho PRE en 1996 Abdalá Bucaram ganó entarimado con binomio femenino, apoyándose en espectáculos musicales con baile y danza. El desconocido Correa, apoyado en mensajes nuevos, revestidos de izquierda nostálgica, logró financiar la campaña a nivel millonario del gasto del hombre más rico del país. Asumió el poder y después del texto de Montecristi cerró caminos de otras fuerzas opositoras para su 3ª reelección; y como intuye que será difícil triunfar en la 1ª convocatoria, porque los resultados de la consulta de mayo-2011 fueron casi en contra, ordena verificar firmas de adhesión de movimientos y partidos, cuando será el voto secreto el que decida.
El temor a perder en la 2ª vuelta ha abierto una puerta peligrosa que agravará las finanzas públicas por todo el gasto de propaganda junto a obras superfluas. Otras candidaturas autorizadas desde el Tribunal Electoral deberán colocarse a ese nivel del mercado político, porque este sufragio confirmará el apego desmedido por continuar en la perpetuidad.