Dejen en paz a Bonil

El doctor Howard Gardner, quien fue co-director del Proyecto Cero y profesor de Ciencias de la Educación en la Universidad de Harvard, descubrió que ningún ser humano es tonto, que todos somos inteligentes.

Sí, todos, sin distinción de raza, género, etnia, clase social, o nacionalidad, poseemos múltiples inteligencias: lingüística, lógica-matemática, espacial, musical, corporal-cinética, intrapersonal, interpersonal, naturalista.

En otras palabras, seas pobre o rico, runa o mestizo, afro o blanco, hombre o mujer, eres potencialmente inteligente. Sin embargo, la inteligencia innata se desarrolla en concordancia con las condiciones materiales y sociales que rodean al individuo.

La escuela, el barrio, el hogar, la economía, las condiciones políticas influyen en el desarrollo o no, de una o de varias inteligencias.

Si tienes un buen profesor de matemáticas, es probable que te ayude a desarrollar la inteligencia lógica-matemática, y si accedes a la educación, lograr el título de ingeniero. Si al contrario, tienes un pésimo profesor de matemáticas y un estupendo de historia o biología, te facilitará el camino para convertirte en abogado, sociólogo o médico. Y si alguien te motiva a los deportes, podrás desarrollar la inteligencia corporal-cinética, y convertirte en un gran nadador o futbolista.

No todos logramos desarrollar las ocho inteligencias. Sino tres o cuatro. Y una en especial. De allí que siendo un buen médico, economista, poeta o futbolista, no necesariamente seas un buen político, ministro o asambleísta, más aún si no tienes la formación que el rol demanda, aunque en el camino puedes aprender, y desarrollar esas capacidades, o desarrollar malas prácticas, también. Todo depende de tu esfuerzo y ética.

El problema es que si eres famoso o famosa por ser reina de belleza, presentadora de TV, cantante o futbolista, en elecciones te llueven las propuestas de políticos inescrupulosos, para que prestes tu imagen para lograr más votos. Y así, sin tener las capacidades desarrolladas, llegas a sentarte en una curul de la Asamblea o en un despacho ministerial, ganando más de
USD 6 000 dólares que te pagan los contribuyentes con sus impuestos.

En este punto, te surge una dificultad: la gente, que está tan influida por el Gobierno por los temas de evaluación y meritocracia, con todo derecho te exige que rindas cuentas de tu trabajo: no de reina, animadora de TV, cantante o futbolista.

Y, más allá de tu apellido, o de tu color de pelo o de piel, tienes que responder por tu papel como asambleísta o Ministra. Si te niegas o buscas cualquier pretexto para eludir tal responsabilidad… estás en un grave problema, que te seguirá siempre. Tu alternativa… aprender.

En fin, y apelando a alguna de las inteligencias del doctor Gardner… dejen en paz a Bonil, por favor.

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