Hacia la deflación

En los últimos ocho años, nuestra inflación fue especialmente alta para un país dolarizado. La principal causa fue un gasto público desbocado, aunque también ayudaron los precios de las materias primas importadas. Hoy, cuando ya no existe ninguno de esos factores, estamos entrando en un período de inflaciones especialmente bajas, que incluso podrían llegar a ser negativas, es decir, una deflación.

En los ocho años y medio, entre enero 2007 y junio 2015, los precios en el Ecuador subieron en 46,0%, mientras que en Estados Unidos solo subieron 18,3%. O sea, en el Ecuador en ese tiempo hubo casi 30 puntos más de inflación que en Estados Unidos.

Esa enorme diferencia, que nos encareció frente al mundo, se debe en gran parte al aumento del gasto público que disparó la demanda en el país. Desde el 2012, las restricciones a las importaciones también han aportado a la inflación y, adicionalmente, el aumento de los precios de materias primas importadas (hierro, cobre, abonos, petroquímicos, entre otras), también aportó al crecimiento de los precios en el país.

Solo para tener una idea de cuán grande fue el crecimiento del gasto del Gobierno, considérese que en el 2014 fue 3,2 veces más alto que en el 2006 (ajustado por inflación). Muy pocos países en el mundo han vivido una bonanza tan espectacular que les haya permitido financiar una triplicación de su gasto público en un período tan corto.

Pero las causas de la inflación duraron, máximo, hasta mediados de este año (gasto alto, materias primas caras o salvaguardias). Y ahora todo está exactamente al revés: el gasto público cae (obvio, no hay ahorros a los cuales recurrir), los precios de las materias primas están bajando en el mundo y el efecto de las salvaguardias ya fue absorbido por la economía ecuatoriana.

Justamente, por eso es que desde julio tenemos una inflación especialmente baja. En julio los precios bajaron (algo poco común en ese mes), en agosto el crecimiento fue cero (bastante inusual), en septiembre, que suele ser un mes muy inflacionario por el inicio de clases en la Sierra, los precios aumentaron mucho menos de lo esperado y en octubre volvieron a caer (por primera vez en más de 30 años).

Eso significa que (si no hay un giro radical en los precios del petróleo y de otras materias primas), la tendencia debería mantenerse, y para junio del 2016 podríamos tener una inflación anual negativa; es decir, una deflación (aclaración importante: las caídas del nivel de precios entre un mes y otro no pueden ser consideradas deflación; mientras que una caída en un año sí lo es).

Las deflaciones son procesos muy dañinos para la economía porque desincentivan la producción y encarecen los créditos (tema para otro artículo) y el Ecuador no ha vivido una desde 1932 (otro artículo más). Y no tenemos herramientas para luchar contra ella.

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