El narcotráfico y el crimen organizado han crecido peligrosamente, haciendo necesaria una mayor participación de las Fuerzas Armadas en su control. Para el efecto, las misiones que se les asignen han de estar acordes con su formación, organización, equipamiento y armamento. De otra manera, se las estará precipitando al fracaso, con graves repercusiones para la seguridad interna y externa del país.
El armamento y el equipo se pueden adquirir a corto plazo, pero transformar la actitud de un combatiente militar en la que es propia de un policía, podría dar resultados desastrosos. No es cuestión de cambiarle el “chip” al militar como dijo un disparatado. Se podría estar convirtiendo a unas Fuerzas Armadas eficientes en una mala policía.
En América del Sur y en los países de mayor raigambre institucional existen Fuerzas Armadas y policías diferenciadas en su formación, organización y misiones, porque eso es lo que conviene a cualquier sociedad democrática. Pero esto no quiere decir que los militares no deban participar en la defensa interna, como actualmente lo hacen en forma intensa en la frontera norte y como lo hicieron antes para controlar la insurgencia armada, la delincuencia, los levantamientos indígenas sin derramar sangre, y el cultivo de la coca y de otros estupefacientes que cubren miles de hectáreas al otro lado de los ríos fronterizos.
Las FF.AA. contribuyen al fortalecimiento del civismo y del carácter nacional, constituyen una reserva física y moral, organizada, disciplinada, jerarquizada y lista, siempre a disposición del Estado con capacidad de responder: “…en caso de agresión, conflicto armado internacional o interno, grave conmoción interna, calamidad pública o desastre natural…”. Sin esa reserva, la defensa del Alto Cenepa pudo fracasar trágicamente, el 30 de septiembre, causar mayor efusión de sangre, y la inundación de Cuenca, más devastadora destrucción.
La correcta preparación no es posible si se les asigna excesivas tareas, menos aún si su número no es incrementado. Requieren tiempo para estudiar las leyes y reglamentos, conocer las armas y equipos que han de emplear en combate y todas las destrezas para luchar con éxito en diversos escenarios. Esto permite forjar la disciplina, el orden, la cohesión y la jerarquización indispensables para el éxito en la guerra y la paz.
Las actividades que las FF.AA. realizan en la frontera norte y en los espacios marítimos y playas están capacitadas para patrullar por tierra y aire las zonas donde actúen grupos armados, y en las carreteras; acordonar áreas para que la Policía opere o participar con ella, con sus propios mandos, para controlar a delincuentes fuertemente armados. Todo sobre la base de una excelente inteligencia. Lo que no cabe es que conscriptos o soldados sueltos estén en las calles, como policías.