La economía argentina atraviesa por dificultades. El año pasado, el país sufrió una estanflación, con una caída del PIB del 2,3% y una inflación que se acercaba al 40%. Aumentó la pobreza y la desigualdad; aumentó el desempleo; y, la deuda externa creció – y continúa creciendo – a un ritmo alarmante. Para el presidente Mauricio Macri fue un descorazonador primer año en el cargo, por decir lo menos.
Sin duda, Macri se enfrentó a un desafío de enormes proporciones cuando asumió el cargo en diciembre del año 2015. La economía ya estaba en un camino insostenible, debido a las políticas macroeconómicas inconsistentes que había seguido su predecesora, Cristina F. de Kirchner. Esas políticas llevaron a desequilibrios que erosionaron la competitividad y las reservas de divisas, empujando al país hacia una crisis de la balanza de pagos.
Pero Macri también fue tras la aplicación de un enfoque de política macroeconómica defectuoso. Su administración tenía que abordar los desequilibrios fiscales y externos, sin echar por la borda los progresos en inclusión social realizados a lo largo de la década anterior. Su enfoque, que se basa en cuatro pilares clave, no logró lo antedicho.
En primer lugar, el gobierno de Macri abolió los controles cambiarios y llevó a Argentina a un régimen de moneda flotante, con lo que se permitió que el peso argentino se deprecie en un 60% frente al dólar estadounidense en el año 2016. En segundo lugar, el gobierno de Macri redujo los impuestos a las exportaciones de los productos básicos, mismos que habían sido importantes para el gobierno de Kirchner, y eliminó una serie de controles de importación. En tercer lugar, el Banco Central de la República Argentina anunció que seguiría un régimen de metas de inflación, en lugar de seguir dependiendo principalmente del señoreaje para financiar el déficit fiscal.
Y, por último, el gobierno de Macri llegó a un acuerdo con los denominados fondos buitres y otros acreedores que durante más de una década habían bloqueado el acceso del país a los mercados de crédito internacionales. Una vez que se arribó al acuerdo, Argentina fue tras nuevos y masivos préstamos externos, con la emisión de deuda más grande del mundo emergente, con el propósito de ayudar a resolver su considerable déficit fiscal. En aras de reducir sus costos de endeudamiento, las autoridades emitieron la nueva deuda bajo la ley de Nueva York, a pesar de la costosa batalla que el país acababa de perder precisamente porque se había prestado bajo ese mismo marco jurídico.
El enfoque de política macroeconómica de Macri también incluyó el aumento de los precios de los servicios públicos congelados por el gobierno anterior y la implementación de un programa de amnistía fiscal que proporcionó al gobierno más ingresos fiscales.
Martín Guzmán
Project Syndicate