El debate en Visión

Al fin la campaña animó en Quito, sin embargo no ganó en nivel. Pasamos de la carencia de ideas a la exposición de algunas, pero ante todo asistimos a los insultos, al desprestigio del otro, a la exhibición pública de la "ropa sucia" del contrincante, al baratillo de ofertas.

El debate exigido por la ciudadanía se concretó, eso fue bueno. Empero siendo un gran escenario para exponer propuestas se convirtió en un cuadrilátero de box. Golpes van, golpes vienen. Aplausos de uno y otro lado de las "barras" según se desarrollaba el drama, que por lo general pide sangre. Otro ámbito de esta disputa fueron las redes sociales. En ellas los partidarios agrandaron los aciertos de su candidato y los defectos del adversario. Y muchos de los no partidarios expresaron su disgusto por lo precario del ejercicio y su aburrimiento al final de él.

¿Hasta dónde el debate definirá el voto de la gente? Está por verse. Lo cierto es que apareció algo de la personalidad de los candidatos. Se visualizó de manera parcial los intereses que están tras ellos y el conocimiento que tienen de la ciudad. A decir verdad, en medio de la nube de ataques aparecieron varias ideas, propuestas y ejecutorias interesantes. Poco de evaluación, de crítica fundamentada y autocrítica.

A pesar de todo, el que se haya desarrollado el debate fue un acierto (aunque debía habérselo realizado con los seis candidatos). En una ciudad históricamente movilizada, participativa y politizada el flujo de tesis y la discusión son procesos centrales de su identidad y patrimonio cultural, aunque en los últimos años se hayan visto represados por un contexto nacional intolerante y autoritario. La creciente sensación de asfixia intelectual y autocensura buscaba una válvula de escape. El debate cumplió coyunturalmente esa función. Quizás sea el inicio de un nuevo momento en el que las libertades puedan desplegar sus alas con vigor y tranquilidad.

Que el debate se haya desarrollado bajo la batuta de Diego Oquendo, comunicador con un prestigio levantado en décadas habla de una modificación de la correlación de fuerzas y de los probables nuevos rumbos de la política. El reconocimiento por parte del oficialismo de Radio Visión, no sólo que ratifica la credibilidad del respetado periodista que la dirige, sino que valida el rol de la prensa crítica y seria que ha sido denostada de manera permanente en estos últimos años. Buen signo que alienta el convivir democrático.

Con este hecho la campaña ha posicionado como tema prioritario a la política, al debate y a la participación, como condición básica para desarrollar las obras, planes y proyectos. Si algún mensaje da Quito al país en estos días es su necesidad de respirar democracia. Los candidatos de todos los colores, pero sobre todo el oficialismo deberían entenderlo.

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