Debate español

Los españoles, con cara de susto, están debatiendo y se preparan para las urnas en busca del gobernante que les saque de la crisis en la que volvieron a caer en los últimos años. El presidente Zapatero cuenta los días para irse. Los postulantes Mariano Rajoy –derecha- y Alfredo Pérez (Rubalcaba) –socialista moderado- suben al escenario y cuentan los minutos esperando el día clave, 20 de noviembre. Se trata para nosotros de un país geográficamente lejano pero no faltan los puntos de contacto, desde 1492 –año del encuentro- hasta la fecha, cuando los inmigrantes están en ascuas.

España hoy es un país que no olvida las experiencias del siglo pasado, cuando la delirante polarización política culminó con una guerra civil que dejó casi un millón de muertos y culminó con una larga y virulenta dictadura. Hoy debate y confronta, pero con la lengua. Hasta la ETA, que en los últimos años puso la nota de violencia, se repliega hacia la paz. Los que más sufren son los desempleados, especialmente los emigrantes, con los ecuatorianos en primer plano. Cuando llegaron, el panorama era grato. Tanto que, pese a la dura situación actual y a las invitaciones que les formulan, ellos se aferran allá y solamente pocos regresan a sus países.

Dimos una mirada al debate Rulcabamba-Rajoy. Interesante. Seguido con mucha expectativa por millones, terminó–según los datos periodísticos- con ligera ventaja para Rajoy, quien tiene índicadores más amplios de favoritismo para la presidencia por la lógica de que todas las culpas actuales –como sucede en las democracias- las carga el partido gobernante. No se trata de ídolos, por cierto. La ventaja de Rajoy se explica porque desde hace siete años es el jefe de la oposición y durante ese lapso ha dado mil y un vueltas a España, de pueblo en pueblo, siempre criticando a los que se han desempeñado en el poder. El hombre muestra, pues, un entrenamiento total, con una dotación enorme de conocimientos y cifras, como lo demostró en la cancha política. Rulcabamba tuvo una presencia grata y corta como vicepresidente de Zapatero pero fue elegido por unanimidad para representar a su partido. Lo hace bien.

Los dos candidatos saben lo que tienen que ofrecer –y hacer cuando llegue la hora-. Mejorar la economía española y, sobre todo, el empleo. Allá cuentan de uno en uno a los desempleados y suman unos 4 millones y algo más. Rajoy no es un tipo carismático, pero sabe de memoria lo que esperan los suyos. Rucalcaba no tiene un pelo de tonto. España entera conoce que la expectativa actual ya no es una guerra interna ni mucho menos. Hay diferencias entre los partidos principales –Popular y Socialista Obrero- pero no hay grandes distancias. Ambos, por ejemplo, trabajan con la Unión Europea y con Obama. Estos les apoyan pero allá comenzó la crisis que ahora es un gran dolor de cabeza para los españoles y sus visitantes.

Suplementos digitales