La danza de los velos

Consta en el evangelio de Mateo y en el de Marcos; también, la escenifica Oscar Wilde una danza erótica de siete velos que tuvo por objetivo, entre otros propósitos, obtener la cabeza de San Juan el Bautista, detractor implacable de los abusos y las violaciones éticas del poder de Herodes y su compañera. Esa historia bíblica y su desenlace son válidos para dar un entorno alegórico a la ruta electoral en el Ecuador del 2012 y el 2013.

En orden cronológico el primer velo - turbio y descarado- fue la prohibición para que la prensa realice sus actividades habituales durante la campaña electoral suprimiendo todo género menos las promociones gubernamentales en los medios oficiales. A continuación, en un escenario propio de Steven Spielberg, con todos los efectos especiales de rigor, surgió el caso de las falsificaciones de firmas denunciada primero en una sabatina y luego por el órgano electoral. Fue más que un velo que caía de la cintura de una exótica bailarina, una pluma densa y negra desprendida de un cuervo similar al del cuento de Edgar Allan Poe, con graznidos incluidos para ofuscar a una oposición ingenua y torpe a la vez. No cayeron en cuenta que la obligaron a concentrarse en esas minucias que deben aplicarse luego de las elecciones y no antes.

Un tercer velo consistió en una disposición del Consejo Nacional Electoral para restringir a posibles candidatos presidenciales por causa de interdicciones judiciales. Una medida dirigida contra Álvaro Noboa y Abdalá Bucaram que dejarían espacios importantes en Guayaquil que podrán ser copados por el oficialismo o la fuerza local del nebotismo.

El siguiente -no el último- para tranquilidad de la platea es más directo; carece de voluptuosidad, pero está repleto de cinismo se trata de la disposición por la que se impide que las entidades independientes que realizan tareas técnicas de medición de las expresiones de los votantes a boca de urna o el muestreo de las actas escrutadas puedan darse a conocer antes del resultados oficiales. ¿Realidad o globo de ensayo?

En la historia electoral contemporánea no se conoce que los datos previos -parciales o aproximados- hayan causado alguna conmoción social, violencia política o utilizados como pruebas para cualquier impugnación. El único fue el protagonizado por una encuestadora gubernamental en la consulta popular que con sus desopilantes resultados originó una fiesta que terminó con los churos deshechos. Se envidia, en este ámbito, el sistema chileno donde el Ministerio del Interior cada hora informa a los ciudadanos de la evolución de los resultados.

De mantenerse esta situación mejor que proclamen los resultandos oficiales esa misma noche y posesionen a los elegidos para no perder tiempo ni dinero; además, se ahorrarían más velos del cuerpo de una entidad convertida en una danzarina que espera la cabeza de una frágil democracia.

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