La visión política desde las alturas que tiene el poder ha desarticulado todo razonamiento electoral. Esta máxima premisa anuló cualquier debate con otros candidatos. Desde aquellas nubes afirmó el líder que solamente debatirá en la segunda vuelta. En octubre del 2012, con ocasión de la convocatoria a elecciones, en un artículo titulado “La mesa está servida” dijimos que en el Palacio Electoral se había concluido el arduo trabajo, sin importar los millones gastados; habían depurado escrupulosa y técnicamente las firmas de adhesiones y seleccionado las fuerzas políticas que entrarían en el proceso electoral a cuya cabeza siempre estuvo seguro el movimiento que gobierna.
El voto seguía en condiciones de obligatoriedad y los ciudadanos que sufragaban obtenían un certificado, sin el cual no podían realizar ningún trámite administrativo, peor acceder a un cargo ni público ni privado. Por esa coerción, además de un bombardeo publicitario de varios meses, el Consejo Electoral a pocas semanas del 17 de febrero, emite un mensaje desconcertante: “Dale vida a tu voto” como si esa voluntad personal hubiera estado moribunda y había que oxigenar para que se salga de algún aire contaminado o del enrarecimiento que saturara el ambiente. O como si se tratase de una ceguera producida por la luminosidad proveniente del verde flex, un color que estaría ocultando las facetas de la corrupción desde los Pativideos, de un ministro con asesores comecheques, hasta la huida del Presidente del Banco Central como regalo de Navidad 2012.
Arropada en la estrategia correísta del “reciclaje político”, salió hace dieciocho meses de ese Palacio una jurista, por llamado emergente, para integrarse al triunvirato del Consejo de la Judicatura Transitorio. Había sido durante pocos años Presidenta del Tribunal Contencioso Electoral, flamante organismo creado; ahora en febrero será miembro del Pleno de ese Consejo por 6 años más, mientras la nave de la revolución ciudadana espera acoderar en puerto seguro el día crucial 17 y navegar por cuatro años más, siempre que no haya una 2da. vuelta. Si así sucede, no será porque mis ideas y de otros llegaron al seno de las multitudes porque ellas no ocupan sus minutos en leer sino en luchar por su pan de cada día. Habrá sido la intuición del pueblo ante un peligro inminente de una vida dirigida desde el poder.
El porcentaje que no daría su voto al candidato-Presidente estaría repartido entre siete candidatos presidenciales, prueba fehaciente de inmadurez de los cuadros políticos existentes, y de los golpes certeros, no asimilados por ellos, a los pilares democráticos universales para impedir el triunfalismo. Si ellos hubieran cohesionado la oposición y centrado su fuerza en uno o dos contendores capaces de equilibrar la inmensa propaganda oficial, no de estos últimos meses, sino de todo el ejercicio del poder, se habría encontrado la senda ideal para vencerlo.