El tema referido a la preservación del medioambiente ocupa un lugar relevante en la agenda de la comunidad internacional, que reitera constantemente su preocupación por la onda expansiva del deterioro ambiental en diversas regiones del planeta. No es un fenómeno nuevo, pero se ha acentuado especialmente por el desarrollo industrial. Conviene recordar, por ejemplo, que en 1872 el científico escocés Robert Angus Smith emitió una señal de alarma sobre la “lluvia ácida”, que inquieta actualmente a los ambientalistas.
El asunto tiene ciertamente una trayectoria histórica, pero se instaló realmente en el escenario mundial en el siglo XX, a partir de la década de los setenta. En efecto, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, representa el primer esfuerzo universal encaminado a instituir un orden ecológicamente racional del medioambiente, ante los signos objetivos de su degradación. Como culminación de las tareas, se aprobó la Declaración de Estocolmo, que consagró principios esenciales sobre la materia e inauguró un diálogo entre los Estados industriales y los países en vías de desarrollo sobre los vínculos existentes entre el crecimiento económico, la contaminación de los bienes comunes de la humanidad y el bienestar de los pueblos.
La Conferencia de Estocolmo dio paso a un proceso cíclico de reuniones. La Asamblea General de la ONU aprobó en 1982 la Carta Mundial de la Naturaleza, según la cual la vida depende del funcionamiento ininterrumpido de los sistemas naturales, fuente de energía y de materias nutrientes. En 1992 se celebró en Brasil la Cumbre de la Tierra, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, donde se aprobó el Convenio sobre el cambio climático y se trató del calentamiento global y la preservación de los bosques tropicales, a la par que se acuñó el nuevo concepto de desarrollo sostenible. En el 2002 se realizó en Sudáfrica la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sostenible, bajo el lema de satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las de las generaciones futuras .En este contexto se adoptó el Protocolo de Kioto, que dispone que los países industriales deben reducir la contaminación ambiental para combatir el calentamiento global, en cooperación con los países en vías de desarrollo.
En los primeros días de diciembre se clausuró la última Cumbre sobre Medio Ambiente, celebrada en Doha (Qatar). Se aceptó prolongar hasta el 2020 el Protocolo de Kioto, vigente hasta finales del 2012. Fue una reunión compleja, con reclamos por la insuficiente cooperación de las potencias industriales en reducir la emisión de gases contaminantes y en sus compromisos financieros con los países en desarrollo. Se espera que, salvando las dificultades actuales, en el 2015 se presente un proyecto de acuerdo que remplace en el 2020 al Protocolo de Kioto.