Columnista invitado
Es conocida la expresión de que crisis -en mandarín- es la conjunción de peligro y oportunidad. Y eso es lo que ocurre en el mar de China con la sorprendente cumbre de China con Taiwán, que se realizó en Singapur, el pasado 6 de noviembre.
Ambos países habían suspendido sus relaciones desde la Revolución Comunista de China y la declaración de independencia de Taiwán, que la convirtió en uno de los ‘Tigres de Asia’, una promesa para la innovación, el desarrollo socioeconómico y de la democracia, ubicándose como sexta potencia de Asia.
La ubicación geográfica de Taiwán, en el centro de tensiones del mar de China, es donde converge la acción de una diplomacia pública de influencia y de “Defensa Activa”, establecida en la Política de Defensa de China Continental, según su Libro Banco de 2015, en el cual la política de reunificación de Taiwán no descarta el uso de la fuerza ante los intentos de lograr su independencia.
No se puede marginar los últimos acontecimientos de dominación por parte de China, que dio por sentado el reconocimiento de la Zona de Identificación de Defensa Aérea sobre las islas Senkaku/Diaju y sobre las islas Pratas, Paracel y Espratly, en discusión sobre su soberanía. Mientras tanto, China ha desarrollado una cadena de islas artificiales en un proceso de territorializacion, que ha movido a los países del área a conseguir la suspensión de las actividades de China.
Pero ninguno de estos aspectos son los que motivan la Cumbre de Singapur, sino más bien una agenda que persigue la paz, la estabilidad y el desarrollo económico. Aunque se hayan despertado sospechas preelectorales del presidente Ma Ying Jean, de Taiwán, el rechazo a la reunificación con China por parte de la opinión pública ha dejado en claro un mayor nacionalismo taiwanés.
No obstante, Taiwán se encuentra ligada a una China que, a pesar de su decrecimiento, sigue manteniendo un 6,5% del PIB, y con Japón, que sigue pujante en su acuerdo de inversiones, lo cual descubre la realidad inmediata frente a la firma del TPP (Trans Pacific Partnership). Taiwán, entonces, debe decidir incorporarse o no, momento en que aparece China, para evitar ese contrapeso en el que Taiwán resulta vital.
La repuesta la ha dado el Presidente de Taiwán, al decir que no hay otra alternativa que acogerse a los bloques regionales como el TPP, al igual que con China en la nueva ruta de la seda y su acercamiento con la Asean, países del Sudeste Asiático que ayudarán a cambiar la amenaza que representa la China Continental.
En el seminario realizado por el Centro Ecuatoriano de Estudios Internacionales se discutieron estos temas y una de las expresiones sobresalientes fue que ningún país puede en la actualidad sobrevivir solo, aunque frente a objetivos de unificación nacional como los de China, la cooperación integrándose en bloques es la realidad de un mundo globalizado.