¡Cuestión de una frase!

¡Ahora se clarifica todo! Cuestión de una frase bien dicha en las famosas sabatinas. Finalmente el Alcalde y sus concejales entraron en razón probando que sirven, no a la ciudad , sino a quien no se deben; a un partido y una ideología que podrían ser pasajeros, a diferencia de un aeropuerto que deberá servirnos el resto de una vida. De repente, el concurso por el nombre tuvo fallas, no fue correctamente planificado. El aeropuerto de Quito tiene nombre y se lo debe mantener.

¿A quién se le habrá ocurrido hacer un concurso público sobre el nombre de un aeropuerto que ya tiene nombre? Sin desmerecer a los otros personajes históricos, sí descalifico de una vez por todas a Mitad del Mundo. Es cierto que somos la única capital que, a 20 kilómetros hacia el norte le cruza la línea que da nombre a nuestro país, pero habrá que investigar cuántos otros aeropuertos están a distancias similares.

Hablando con expertos en aeronáutica, no existe problema técnico alguno para mantener el nombre que, cada vez que nos hemos subido a un avión, hemos escuchado a la ida y a la vuelta. ¿Será que pensaron que el proceso de socialización del nombre les haría más populares y atraería votos? Pues, una vez más se equivocaron. Ni siquiera con tanta obra desordenada por aquí y por allá han logrado subir su popularidad y este pequeño juego ilusorio no lo logró tampoco. Y fue el manda más quien tuvo que ordenarlo, todo en una frase. El nombre del aeropuerto debe mantenerse, no todo puede ser revolucionario, es la prueba. Lo que sí debió haber sido revolucionario, dentro de una inteligente planificación, es que le ordenaran al Alcalde dedicarse a solucionar las vías de llegada al nuevo Mariscal Sucre porque si no, a parte de los papelones internacionales que ya hemos vivido, deberemos vivir otro más: un aeropuerto incomunicado y que se convierta en pérdida de tiempo inmensa que retrase negocios y la rapidez innata en la comunicación área.

El sábado pasado se vivió otro abrupto intento de solución, el justo reclamo por ciudadanos que no se oponen a la expropiación de sus terrenos pero sí a la repentina y sorpresiva acción que causó un trancón mayor a lo que ya la gente que va y viene del valle de Tumbaco ha debido acostumbrarse. Todo se está haciendo al apuro, apagando incendios aquí y allá, la vía rápida, la vía Viva, a casi todas les falta uno o más puentes para la necesaria comunicación.

No hay liderazgo en el gobierno local, pero sí hay una última posibilidad, que desde las sabatinas se ordenen y organicen las soluciones definitivas para dejar de tontear con la inminente y a destiempo apertura de un aeropuerto, que por dudas y muñequeos, no tiene vías de comunicación.

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