Los políticos no se ponen de acuerdo en nada, cada quien pretende hacer valer su manera de ver las cosas e imponer su modo de hacer las cuentas. Lo que está pasando en España demuestra que el problema no es exclusividad de nuestros políticos.
El rescate de los bancos españoles ha desatado toda clase de interpretaciones y España está convertida en una olla de grillos. Para el Gobierno todo es positivo, para la oposición todo es negativo. El señor Rajoy se niega a calificar como rescate al crédito y asegura que nadie le ha obligado a tomar ese préstamo de términos favorables. La oposición asegura que el rescate traerá mayor recesión, desempleo y pobreza. El crédito no afectará al déficit público, dice el Gobierno; aumentará la deuda y afectará al déficit, dicen los otros.
Para nosotros esto es historia vivida y realidad presente. Baja el desempleo y sube el subempleo; aumentan los créditos de China y se reduce la deuda externa; se reduce la pobreza pero aumenta el número de beneficiarios del bono. Danzan las cifras. La aritmética y las estadísticas ya no tienen la elocuencia de la exactitud; los gobiernos, pueden demostrar cualquier cosa porque hay distintas formas de hacer los cálculos matemáticos. En el famoso librito ‘El hombre que calculaba’, se muestran tres formas de cálculo, el simple, el exacto y el perfecto. Lo demuestra con una ingeniosa historia.
Un califa, asaltado por una turba de beduinos en el desierto y rescatado por dos viajeros, está hambriento y les pide algo de comer. Solo tengo tres panes, dice uno de ellos; yo tengo cinco, dice el otro. -Juntemos los ocho panes y les pagaré por ellos, a nuestro regreso, ocho monedas de oro, les dice el califa.
Cuando llegan de vuelta a casa les entrega, según lo prometido, tres monedas de oro al que puso tres panes y cinco monedas al que puso cinco panes. -La división hecha de este modo es simple pero no exacta, dice respetuosamente el que había puesto cinco panes. -Yo merezco siete monedas y mi compañero solo una.
Cuando teníamos hambre tomaba un pan y partía en tres trozos, uno para cada uno. Resultaron en total 24 pedazos y cada uno comió 8 pedazos. Es evidente que si yo tenía 5 panes, se hicieron 15 pedazos y de ellos me comí 8, aporté con 7 pedazos. Mi compañero aportó con nueve pedazos y se comió 8, por tanto solo aportó con 1 pedazo. El califa aceptó que la división era exacta y le dio las 7 monedas al reclamante. Pero, entonces, arguyó: esta división es exacta pero no es perfecta. Tomó las ocho monedas, dividió en dos grupos y le dio al compañero la mitad de las monedas.
Un cuarto modo de hacer las cuentas es el político; consiste en poner por delante el resultado deseado y acomodar las cifras hasta que cuadren. En este sistema no caben organismos independientes y la información tiene que ser monopolio estatal.