Hace un tiempo oí hablar de una señora, originaria de Cuba, que era “un as para los negocios”. Cuando averigüé cuándo había salido de su país natal, me sorprendió que la respuesta fuera “cuatro meses”. Y me sorprendió porque se suponía que había sido educada en un sistema socialista, enfocado en crear un “hombre nuevo”. ¿De dónde había sacado esa habilidad para ganar plata? La verdad, esta es una cuestión compleja de entender, porque con la reciente migración de cubanos al Ecuador hemos podido ver que una gran mayoría de ellos tiene un notable espíritu empresarial y muchos son buenos para el comercio: compran, venden, importan y exportan con una naturalidad sorprendente (y ganan buena plata en el proceso). ¿Si en su país nunca les dejaron hacer nada de eso, de dónde sacaron ese don? Encuentro dos respuestas y ambas están relacionadas con el fracaso del socialismo. La primera es más práctica y la segunda es una explicación teórica, casi filosófica.
La explicación práctica está conectada con los múltiples mercados negros que existen en la isla. En Cuba está prohibido producir y comercializar una infinidad de bienes y servicios, incluso de segunda mano. Además, hay una escasez crónica de productos alimenticios, de higiene personal y limitaciones en la energía eléctrica o el combustible que una persona puede comprar. Pero la gente, de alguna manera sobrevive.
La forma de sobrevivir a tanto control y a tanta escasez es con los mercados negros, en donde se puede conseguir muchísimas cosas que faltan en los almacenes oficiales. Evidentemente, los cubanos que vienen a nuestro país tienen un amplio entrenamiento en esos mercados.
Los mercados negros son lo más parecido (económicamente hablando) a la ley de la selva.
Por ejemplo, nada garantiza la calidad del producto y pueden venderle arena en lugar de harina y nadie se quejará con las autoridades por temor a recibir una sanción. Pero claro, con un entrenamiento de ese estilo, cualquiera se vuelve “un as para los negocios”.
La segunda explicación es bastante más teórica: el fracaso de crear un “hombre nuevo socialista”, algo que han intentado muchos gobiernos que han insistido en producir un ser humano distinto, que, entre muchas otras cosas, no esté buscando beneficiarse en cada transacción comercial con otra persona. Pero la búsqueda del bienestar es parte de la naturaleza humana y eso es tan “natural” a cada persona que no se puede cambiar.
Se puede tratar de encauzar la energía de los seres humanos para que la búsqueda del bienestar privado redunde en el bienestar común (algo que se logra con mercados libres correctamente regulados), pero no se puede cambiar la esencia misma de las personas. Y aunque reciban 50 años más de adoctrinamiento, los cubanos seguirán comerciando.