La parte más compleja de la herencia que dejará Hugo Chávez son las relaciones entre Venezuela y Cuba, pues no responden a los intereses o las preferencias de los venezolanos.
Encuesta tras encuesta, más del 82% de ellos responden no desear en su país un modelo político similar al cubano ni tampoco continuar subsidiando con millones de dólares su improductivo sistema colectivista.
¿Por qué Chávez convirtió a Venezuela en el financista a fondo perdido de Cuba? La razón más importante es que el teniente coronel encontró en Castro a su gurú, su padre moral, su protector contra los peligros que lo acechaban en Venezuela y que en abril del 2002 estuvieron a punto de costarle el poder y la vida.
Fidel, además, lo dotó de una visión compatible con el marxismo y de una épica misión internacionalista que lo clavaría para siempre en la historia: derrotar a EE.UU. y enterrar el capitalismo.
¿Cuánto valía para Chávez este protectorado ideológico, estratégico, policíaco, tan diferente al universo de sus propios colaboradores, generalmente corruptos y potencialmente desleales? Todo. El Comandante era su única fuente de seguridad.
Llegó un punto en el que ambos líderes, sintonizados en el mismo delirio, planeaban federar ambos países. Así Chávez fue colocándose bajo la autoridad del habilísimo servicio de inteligencia cubano que le proporcionaba informaciones sobre todos los altos oficiales y sobre sus ministros y colaboradores cercanos.
Hoy, nadie del entorno de Chávez se atreve a hablar sin temor a los micrófonos de La Habana. La oposición, es cierto, está vigilada por “los cubanos”, pero el cerco a los chavecistas es mucho más intenso.
Cuando Chávez desaparezca de la escena, para quien ocupe Miraflores, incluso si se trata de un chavecista, ¿qué sentido tendrá prolongar esta relación de controlar y espiar a sus propios dirigentes? ¿Por qué temerle a una metrópolis menesterosa que vive de las dádivas de una colonia infinitamente más rica y poderosa?
El politólogo venezolano Aníbal Romero afirma que los esfuerzos internacionalistas castristas siempre han fracasado. Las guerrillas, a veces dirigidas por los propios cubanos, fueron derrotadas en toda Latinoamérica en los sesenta, setenta y ochenta. Apenas triunfaron en Nicaragua, paradójicamente ayudadas por gobiernos de Venezuela y Costa Rica, para luego perder el poder una década más tarde en unos comicios democráticos.
El peruano Velasco Alvarado, el panameño Noriega, el chileno Allende, gobernantes afines a La Habana, fueron desalojados del poder sin que Castro pudiera evitarlo. Angola y Etiopía hoy tienen regímenes totalmente alejados del modelo comunista originalmente ayudado a implantar con sangre cubana. ¿Quién dijo que la influencia castrista puede conservarse en Venezuela tras la muerte de Chávez? ¿Por qué? ¿Para qué? Cuba se especializa en perder. Esa ha sido su historia.