La visita del Papa ha puesto a Cuba en la mira del mundo por su pronunciamiento sobre la necesidad de poner fin al embargo económico de Estados Unidos y por abrir un debate sobre la situación de los cubanos que tienen derecho a vivir mejor y en democracia. Vivir mejor implica libertad y eso no hay en Cuba, significa que haya seguridad ciudadana y que la gente esté preparada y educada y eso sí hay. Para prosperar hay que tener buena salud y la gente de Cuba la tiene, por la medicina social que ha logrado aplicar, incluyendo el programa a favor de los discapacitados que Cuba mantiene desde hace 30 años. Vivir mejor requiere que los profesionales destacados, como los médicos, puedan tener mejores posibilidades de progreso y remuneración y estas no hay en Cuba y por eso emigran.
Aunque existe igualdad de oportunidades para tener una buena educación, no las hay en ocupación y trabajo, porque el sistema no permite atraer capitales que aprovechen la productividad de sus recursos humanos ya preparados, salvo en la actividad turística en donde hay capitales europeos que trabajan con las Fuerzas Armadas y obtienen buena rentabilidad unos y otros.
Como no tienen recursos naturales para generar energía, deben importar petróleo, ahora a precios baratos desde Venezuela. En el pasado, tuvieron la ayuda de la Unión Soviética que compensaba los efectos derivados del bloqueo de Estados Unidos, pero eso creó una dependencia que, cuando esa ayuda terminó con la caída del bloque socialista, la gente de Cuba sufrió enormes perjuicios y carencias en la década última del siglo pasado.
Ahora vive el inicio de una transición hacia la libertad económica sin ceder en el sistema político socialista.
Para lograr la prosperidad de la gente cubana debe haber pronto una apertura política hacia la social democracia y facilidades para captar inversiones en modernas actividades económicas. Sin democracia y sin respeto a los derechos humanos va a ser difícil que Estados Unidos adopte una política flexible y levante el embargo económico. Ambas acciones van de la mano para amenguar los odios y encaminarse a una reconciliación incluyente de Cuba en nuestra América.
Aunque EE.UU. mantiene su posición de que el embargo es un asunto bilateral, el resto del mundo no permanece impasible ante la prohibición de invertir, de comprar y vender bienes y servicios por parte de los EE.UU. Si esta medida, que ha servido de amenaza a otros países que intenten el camino comunista dura ya 50 años, es hora que se inicie un proceso paralelo y simultáneo de apertura democrática por parte de Cuba y de levantamiento del embargo por parte de EE.UU. Solo así la gente cubana vivirá mejor, en libertad y con buenas expectativas económicas.