Los hechos políticos electorales últimos obligan a realizar una lectura objetiva del pronunciamiento popular en la consulta y el referéndum. Otra es la realidad a partir del 7 de mayo cuando una mayoría de ecuatorianos –si se suman los votos del No y los nulos, sin contar los blancos- dijo No a la propuesta del Ejecutivo.
No se puede desconocer ni irrespetar el pronunciamiento popular, que ha dado el triunfo al Sí, aunque no con el margen que festejaron inicialmente. En las preguntas principales (4 y 9) la ganancia es apretada. Tampoco dudar del período presidencial, que debe terminar su mandato; ni que sectores de oposición reivindiquen la votación del No. Lo real es que se redujo el respaldo ciudadano. Existen 12 provincias de las 24 (la mitad) en las que ha ganado el No. Se está cosechando lo que se sembró: la división, incluso en las familias. En el léxico oficial: ¿se multiplicaron los pelucones o los majaderos?
Sectores sensatos de la academia (que no son opositores, como se califica a todo el mundo que discrepa y critica) han formulado un llamado cordial para que haya rectificaciones, se abra espacios de diálogo y la búsqueda de acuerdos. La respuesta ha sido la continuación del mismo estilo de confrontación. No se reconoce errores que les ha llevado a la derrota en el 50% de provincias. Los insultos permanentes, los abusos y agresiones, la detención ilegal y arbitraria de ciudadanos, la crítica despectiva a todos los que discrepan y no comparten las tesis oficiales, incluido al símbolo ciudadano Jefferson Pérez, con el aplauso no razonado o el silencio de los aúlicos.
El Ejecutivo ha hablado de la radicalización de la revolución pero la terquedad hace que no se reconozcan realidades y pronunciamientos de dirigentes de AP que admiten que la administración del poder les ha llevado a actuar con pragmatismo y se hable de la “revolución posible” (Galo Mora, en Controversia, de Ecuadoradio).
Con este panorama, tratar de seguir imponiendo las cosas pero con otro escenario de país va a ser muy difícil, a menos que se intente hacerlo como en la película ‘A sangre y fuego’. Eso será complejo porque se perdió el miedo y ya se habla de pueblos y provincias en resistencia, lo cual por cierto no es bueno y va a destruir más la unidad nacional, pero eso ampara la Constitución de Montecristi.
En este posible escenario, la fuerza pública tendrá que cumplir una tarea primordial pero también deben recordar que existen unas FF.AA. profesionales, que han cumplido un trabajo destacado y que han demostrado que no se deben a un régimen ni son represoras del pueblo. Y qué decir de la Policía. Pese al pago del retroactivo salarial en vísperas de la consulta, si habría como mirar reservadamente el voto de la casi totalidad de sus miembros para hacer otra lectura correcta.