Todo parece marchar sobre ruedas, a juzgar por la agenda pública del Presidente. No sé si a ustedes, pero a mí me resulta difícil imaginar a un primer mandatario, digamos de Canadá, Francia o Portugal (conste que no hablo de AMLO, Maduro o Bolsonaro), asistiendo a una oficina pública para convertirse en el primer ciudadano en sacar un pasaporte biométrico.
Quizás no estoy al tanto del último grito de la comunicación gubernamental, pero me parece que estar a la caza de temas jugosos -las proezas de Carapaz, las del Chito Vera, un reconocimiento literario o las lecturas ajenas sobre el Señor de los Anillos- para volverlos temas nacionales es poco útil, a menos que ese sea el camino prometido para recuperar la popularidad perdida. Lo dudo.
Están bien las noticias vigorizantes, pero no son tema de Estado. Me gustaría, en cambio, escuchar el pensamiento de Lenín Moreno sobre el riesgo que está sufriendo la central hidroeléctrica Coca Codo-Sinclair, construida en aquellas ya olvidadas épocas de gloria; o sobre la noticia del ‘Bolsagate’ que habría sucedido hace poco y cuyos perjudicados pudieran ser, entre otros, los afiliados del Instituto de Seguridad Social de la Policía.
Es posible que ya no esté en sus manos la solución del sistema de pensiones, que viene haciendo agua desde hace rato y sobre el que pudo haber hecho bastante en más de tres años, pero están pendientes de aprobación cuerpos legales como el Código Orgánico de Salud y reglamentos como el que debía normar ya el uso terapéutico del cannabis.
El país necesita certezas sobre los meses que vienen para que la transición tenga asidero. En el aspecto económico, hay que reconocer que el presidente Moreno ha actuado con seriedad y compromiso. Pero hablando de otro aspecto igual de serio, más que enterarnos de los reconocimientos mundiales por el manejo de la pandemia, se necesita saber cuál es la estrategia de corto plazo frente a los contagios que no paran, pese a la coincidencia en la necesidad de reactivar la economía.
Un coletazo de la emergencia ha sido la corrupción en casas de salud, y es importante oír el punto de vista del Presidente sobre este tema, así como sobre la recuperación del dinero lucrado en la era de las vacas gordas. Hay una serie de temas de ese calibre.
Las buenas noticias son anécdotas y no pueden volverse la agenda de un gobernante de un país en crisis, aunque falten pocos meses para el fin de su mandato. Pero también es necesario escuchar qué piensan los aspirantes a Carondelet sobre las salidas a los problemas. El de ellos, salvo excepciones, es hasta hoy un discurso general y predecible.
En estos días pandémicos y de desasosiego, el electorado espera entre las congratulaciones del Presidente y la falta de mensajes claros. Pero tal parece que el único tema en firme es el correísmo y sus supuestas posibilidades.