Los casos reiterados de corrupción rampante han hecho volar por los aires el pedestal en el cual se había convenientemente acomodado Luiz Inácio Lula da Silva, el líder indiscutible del oficialista Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil.
Como lo ha señalado el diario O Globo, las movilizaciones del pasado domingo 16, en las cuales miles de brasileños se lanzaron a las calles para gritar “¡Fuera Dilma!”, deben interpretarse como una ‘desacralización’ de Lula. Este es el primer exobrero y sindicalista que llegó a la más alta Magistratura de la mayor economía de América del Sur.
En efecto, las consignas en contra de la actual Presidenta brasileña -cuya popularidad rueda por los suelos- también están dirigidas hacia su mentor político, el hombre que hizo que llegara al presidencial Palacio de Planalto, en dos elecciones consecutivas. Las marchas y reclamos enfilan principalmente contra la cabeza visible del PT, quien no ha negado que entre sus planes está el de suceder a su delfín, para el período 2019-2023.
Las protestas contra el Ejecutivo de Brasilia persiguen un objetivo: llevar a Dilma Rousseff a un juicio político, como paso previo para una posible destitución. Es un escenario similar al que afrontó en 1992 Fernando Collor de Mello. Aunque si se ven bien las cosas, los hechos de corrupción en el Gobierno de este último resultan migajas si se compara con la orgía de reales y de coimas en los 12 años y meses del PT en Planalto.
Datos por ahora parciales cifran en más de USD 2 000 millones las pérdidas de la estatal Petrobras en este fraude, que implica a miembros de la élite política de Brasil.
Pero eso no es todo: aún falta por conocerse el resultado de las pesquisas de las actividades en países de la región de las constructoras brasileñas que tiene nexos con el ‘affaire’ de Petrobras. Con seguridad, saldrán a flote más novedades y sorpresas.
La caída de Lula de su pedestal representa, en paralelo, el desplome de un ‘mito’, que se ha hecho trizas: la de la ‘nueva’ (vieja) izquierda (o neopopulismo) ‘incorruptible’. Eso es (fue) pura ficción.