Octubre de 2017 fue fatídico para dos populismos del siglo XXI: el correísmo y el peronismo. Por ese motivo y su trascendencia en sus países, es importante destacar las similitudes actuales, así como las diferencias históricas para una mejor evaluación y compresión.
El estudio del peronismo permite concluir que es un caso único en el continente con algunas similitudes con el PRI mexicano y el aprismo peruano. Nace en una etapa de gran convulsión argentina y mundial. Cuenta con un líder propio y con estrategias de movilización de masas asimiladas de las experiencias fascistas y nazistas de Europa. Debe considerarse que para 1945 Argentina poseía un importante desarrollo industrial y la organización sindical tenía gran interacción con otros sectores urbanos y marginales. En este entorno fue vital la simbiosis que significó la Secretaria de Trabajo y Previsión Social desempeñada por Juan D. Perón y las organizaciones sindicales y gremiales en general.
Por eso es posible lucubrar que el peronismo, como en otras etapas, tiene fuerza social para superar la etapa del desastre moral del gobierno de los esposos K y nuevamente aglutinar bases y cambiar alguna de las páginas negras del presente. Como fundamento hay que recordar las palabras del General Juan Domingo Perón al regreso de su exilio, al contestar si era de derecha o de izquierda: “hay un 30% de radicales, lo que Uds. entienden por liberales. Un 30% de conservadores y otro tanto de socialistas. Pero, General, ¿y dónde están los peronistas? ¡Ah, no, peronistas son todos!” …
El correísmo nace en el Ecuador luego de una inestable etapa donde se autoliquidaron varios actores de primer nivel y fuerzas partidarias de relativo peso electoral. Contó, además de la concentración del poder, con un escenario de altos precios del petróleo. Así fue posible un liderazgo exclusivo y excluyente hasta el extremo de no desarrollar ni permitir ninguna estructura partidista paralela ni asegurar la administración de la herencia.
Solo existía una dimensión hacia el futuro la reelección indefinida. Aunque para tal propósito los obstáculos estaban salvados algunos imponderables surgieron: Odebrecht, refinerías e hidroeléctricas que abortaron el proyecto y fue necesario salvar los muebles con la esperanza de que los sucesores cubran por completo las espaldas. Esto fue imposible pues eran muy anchas y el voluminoso rabo impediría cualquier maniobra eficaz. El fin estaba virando la esquina.
El peronismo en Argentina subsistirá en sectores gremiales y en sus barriadas históricas. Si superó los estragos de Menem y de los esposos Kirchner todo es posible. En el caso ecuatoriano el pronóstico es pesimista. Lo probable es que las catacumbas de los presidenciables vivos, que se abrieron en la capital por los difuntos, se agregue un nuevo personaje.