El INEC informó que la inflación anual cortada a finales del mes pasado fue de -0,03%. Es la primera vez en 47 años que los precios bajan en vez de subir. Más allá de la eliminación de las salvaguardias y el retorno del IVA al 12% –que también explican aquella caída– la corrección de precios que experimenta la economía es el resultado de un fenómeno más estructural. ¿Cuál?
El país atraviesa por un inevitable ciclo contractivo, luego de un largo proceso de expansión artificialmente creado por efectos de un gasto público gigantesco. Los dos síntomas típicos de cualquier ciclo contractivo son menores tasas de inflación y también mayor desempleo.
Es que para evitar que las ventas sigan cayendo y que sus inventarios continúen acumulándose, las empresas han debido bajar sus márgenes. Esto significa que las familias sufrirán menos por el lado del consumo, pero seguirán siendo afectadas por el lado del empleo.
Es que la reducción de los márgenes hará que las empresas dispongan de una menor cantidad de dinero para cubrir sus gastos fijos –como aquellos relacionados con la nómina– y por tanto seguirán habiendo más despidos que contrataciones.
Frente a estas circunstancias, el mercado laboral ha sufrido una flexibilización “de facto” evidenciada, por ejemplo, en el ejército de jóvenes venezolanos que actualmente ocupan plazas de trabajo en condiciones salariales inferiores a las que regían originalmente.
Urge, por tanto, que las autoridades reconozcan esta nueva realidad y pongan en marcha las medidas necesarias para legalizar esa flexibilización “de facto” y promover un mercado de trabajo que ofrezca mejores condiciones para empleadores y empleados.
Se requiere, por ejemplo, reactivar modalidades como el contrato por horas y el contrato a plazo fijo. También es necesario mejorar los procesos relacionados con el manejo de la jornada de trabajo.
Si no se toman medidas como las mencionadas, la economía seguirá ajustándose por el lado del empleo, con las severas consecuencias sociales que aquello significa.
Mientras aquello no ocurra, los precios seguirán bajando porque el consumo no se reactivará sino hasta que se produzca un aumento sostenido del empleo.
Esos precios más bajos aliviarán la pesada estructura de costos de las empresas y mejorarán el salario real de aquellas personas suficientemente afortunadas de tener un empleo.
Seguirán existiendo, sin embargo, cientos de miles de familias que deberán buscarse la vida en el mercado informal –no necesariamente vendiendo cosas en los semáforos–, desprovistas de una adecuada red de seguridad que les permita vivir sin demasiados sobresaltos.
@GFMABest