Difícil imaginar que la remisión y el perdón otorgados por el Presidente a los directivos de El Universo y a los periodistas enjuiciados no provenga de la enorme presión internacional y del acelerado deterioro de nuestra imagen como país. Cuando un error o circunstancia provocan daños que resultan irreversibles, es aconsejable controlar esos daños y minimizar sus costes. Es como si un cirujano, en medio de una sangrienta batalla y con los proyectiles silbando en su tienda, ha de decidir por dónde y cómo amputa la pierna del herido. Los anglosajones usan una expresión muy precisa: “damage control”, algo que podría traducirse en “control de daños”.
Las acciones del gobierno frente a El Universo y a los periodistas Palacio, Calderón y Zurita han provocado daños irreparables al Ecuador, a su sociedad y, paradójicamente, a sus propios autores; la Función Judicial y la seguridad jurídica han quedado bajo las patas de los caballos. En otras palabras, todos perdimos. Es un error político de monta que solo se explica bajo la lógica –no muy lógica- de las decisiones viscerales que el régimen adopta frente a discrepancias o críticas y que jamás tienen en cuenta factores internacionales. El error ha sido tan burdo que ni las dictaduras asociadas a la Alba han salido en defensa del Gobierno ecuatoriano luego del fallo .
La prensa mundial ha sido unánime en condenar al Estado ecuatoriano por esta decisión arbitraria y pseudo judicial. Y a pesar de que el Gobierno desprecie y minimice la influencia de los medios nacionales e internacionales, los actores y agentes del mundo contemporáneo construyen sus percepciones en la información y análisis que brindan rotativos como El País, ABC, el NY Times, el Washington Post, The Economist, para mencionar solo algunos. En todos ellos, el Ecuador aparece como una república bananera en la que la voluntad de un caudillo dicta las decisiones judiciales contraviniendo principios básicos de una justicia civilizada.
En el mismo sentido, más de 100 intelectuales de Iberoamérica encabezados por Vargas Losa, Savater, Cercas, Volpi, Neumann, Carvajal, Vásconez y otros, han expresado con la fuerza que posee su palabra una condena abierta a los métodos autoritarios que emplea el Gobierno ecuatoriano. Y a pesar de que el Presidente menosprecie abiertamente a estos intelectuales -particularmente a los ecuatorianos- su condena tendrá un impacto negativo en las mentes de millones de lectores.
El “control de daños” accionado por el Gobierno con el dispositivo del perdón y la remisión resulta, infelizmente, inútil. El daño irrogado a nuestra nación es definitivo y afectará severamente la interacción de los ecuatorianos con el mundo. Recuperar la credibilidad y el prestigio de un país perturbado por escándalos como el de El Universo o la narcovalija llevará años.