Constituye un avance en el sistema educativo el inicio de actividades de las tres nuevas universidades, Yachay, en Imbabura; de las Artes, en el Guayas; y de formación de docentes, en el Cañar. Sin embargo, a pesar que la Constitución (art. 344) dispone que el sistema de educación superior estará articulado a la educación inicial, básica y bachillerato, existen retrocesos en otros temas fundamentales para la formación de los estudiantes y quizás más importante, de ciudadanos bien leídos en democracia.
Resulta un contrasentido la liquidación del Sistema Nacional de Bibliotecas (Sinab), mediante Acuerdo Ministerial 23, que aunque no haya funcionado bien se debía mejorar, pero sin perder de vista el impulso fundamental a la lectura y el acceso a los libros, sin lo cual una sociedad no avanza ni se desarrolla aun cuando cuente con una mejor infraestructura, escuelas del milenio, mejores carreteras, mejor acceso a los servicios básicos, pero en la penumbra del conocimiento. Las bibliotecas no desaparecen en el mundo aun cuando hoy el acceso sea virtual por Internet a través de la computadora, tableta y teléfonos inteligentes.
Al enredo oficial sobre la enseñanza del inglés en la educación general básica se suma el cierre de las bibliotecas, sin alternativas hoy que permitan visualizar el impulso de un plan nacional y la formación de mediadores de lectura, con una política que involucre a los sectores público y privado y especialmente a los principales actores: los maestros.
Esto lo admiten prestantes escritores, expertos, pedagogos y ex altos funcionarios, que citan valiosas experiencias de Finlandia, Singapur y en el caso latinoamericano, de Argentina, Chile y Colombia. La liquidación del Sinab fue cuestionada en el programa ‘Controversia’ de Ecuadoradio con la participación del ex ministro del ramo y editor de Educacción, Fausto Segovia; el director de la campaña nacional de lectura Eugenio Espejo, el escritor Iván Égüez; el editor y gerente de la Corporación Editora Nacional, Luis Mora; y la ausencia del invitado del Ministerio de Educación.
Una de las críticas fundamentadas se relaciona con el cierre de bibliotecas sin propuestas concretas que faciliten el acceso al conocimiento. Se establece el procedimiento y las obligaciones para realizar esta liquidación, pero el problema es estructural y va mucho más allá de una acción administrativa o tecnocrática.
Se reclama la vigencia de una política de Estado en una materia tan importante para el desarrollo ciudadano; la lectura, el acceso a los libros, a las bibliotecas y a los centros de pensamiento. Un plan nacional de lectura que interactúe con los organismos seccionales. Qué se saca con nuevas universidades, por positivo que sea, cuando no existen bases firmes y sólidas en los estudiantes, con conocimiento a través de la lectura y, lo más importante, su comprensión.