Los ministros de Finanzas de los países miembros de la Euro Zona, aprobaron en Bruselas un paquete de rescate financiero para Portugal. Con esta decisión son tres los países que han recibido ayuda financiera. Grecia es el caso más dramático. La población protesta por la dureza del ajuste y por la posibilidad de perder una década como aconteció en América Latina en los años ochenta por demorarse en reconocer que las deudas eran impagables.
La historia se repite en Europa y lo que está pasando no tiene nada de diferente con lo que pasó en anteriores crisis financieras y económicas. Por lo cual, lo sensato sería reconocer que el monto de las deudas de los países de Europa que están en crisis, son impagables. Pero lo que parece sensato para el ciudadano común, no lo es para ciertas autoridades económicas.
La Ministra de Finanzas de Austria por ejemplo, se opone a la reestructuración de la deuda de Grecia argumentando que de hacerlo levantaría la presión al Gobierno para continuar con la reforma económica. La Ministra de Finanzas de Francia reconoce que a nadie le gusta seguir echando dinero bueno sobre malo, pero es la única forma de evitar una reestructuración de la deuda de Grecia, ya que de hacerlo, enviaría un mensaje negativo a los inversionistas de tal suerte que la zona entera sufriría y el costo de refinanciamiento se incrementaría para todos los países. El representante italiano en el Directorio del Banco Central Europeo va al meollo al manifestar que una reestructuración de la deuda de Grecia dejaría la economía griega en ruinas ya que ocasionaría una crisis bancaria ya que los bancos tienen en sus portafolios grandes cantidades de bonos emitidos por su gobierno que sirven como colateral para acceder a los préstamos del Banco Central. Deteriorada la calificación de la deuda griega, los bancos no tendrían el colateral para obtener recursos frescos originándose una crisis bancaria. En este escenario, y no pudiendo Grecia monetizar su deuda por tener al euro como moneda oficial, la crisis de liquidez llevaría al Gobierno a no tener dinero para ni siquiera pagar salarios.
Por lo tanto, el argumento de fondo es que Europa quiere ganar tiempo hasta que los bancos estén preparados para enfrentar un evento de esa naturaleza. Igual a lo que aconteció en América Latina, en donde el peso del ajuste recayó sobre los países endeudados, mientras los bancos continuaban ganando tiempo para recomponer sus balances. Con esta lección, la sociedad civil de los países en crisis se oponen continuar por la ruta que transitaron las sociedades latinoamericanas y que les significó perder toda una década, y exigen que se pare el ajuste y se reestructuren las deudas. Sin duda una decisión que se ubica en el ámbito de la economía política.