Ayer, 5 de junio, tuvo lugar en Lima el homenaje al Dr. Roger Guerra-García, con motivo de haber cumplido 80 años de vida. El acto organizado por la Universidad Peruana Cayetano Heredia y la Academia Nacional de Ciencias, fue el reconocimiento a la obra del ilustre médico en el campo de la investigación científica de la Altura, la docencia, la gestión universitaria, como político y promotor del desarrollo científico del Perú. Participé en tal homenaje. Mis vínculos con Roger Guerra-García se inician cuando mi amigo nace en Cajamarca y yo en Ambato, ciudades altoandinas. Cosmovisiones compartidas: geografías espléndidas que van desde la tierra de los Pastos por el norte hasta el río Maule y la quebrada de Humahuaca por el sur. Por esos inmensos espacios hemos trajinado Roger y yo en citas científicas, en las que nos descubríamos y entendíamos, que tuvieron lugar en Quito, Cusco, La Paz, Lima, Pasto, Arica, Chiclayo, Cajamarca.
A Roger le debemos un descubrimiento. Los así llamados ‘indios de Quito’ ocupaban las alturas de Porcón en la provincia de Cajamarca. Mi amigo con una generosidad sin límites me acompañó a visitarlos partiendo de Chiclayo luego de un congreso en honor del Dr. Juan Aita Valle. “Los descendientes de las tropas de Atahualpa en la Cajamarca actual” fue el título de la disertación con la que hice mi ingreso a la Academia Nacional de Historia. Es el pasado que enriquece, el compartido y bien entendido, masamaklay: la tierra en la que se enfrentaron los dos hermanos y en la que no caben ni vencedores ni vencidos.
Cuando estalló la paz entre nuestros dos países, Roger y yo comprendimos que más allá de un tratado aquella paz era menester irla construyendo en el imaginario de ecuatorianos y peruanos. Entre los pasos dados con tal propósito: dos convocatorias similares, memorables. La primera en Quito en la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión: “Homenaje a la memoria de Eugenio Espejo, hijo del cirujano cajamarquino Luis Espejo, y de Daniel A. Carrión, hijo del médico lojano Baltazar Carrión (de la familia de Benjamín), figuras cumbres de la medicina ecuatoriana y peruana, respectivamente”. La segunda, en Lima en la sede de la Academia Nacional de Medicina. Cuando la de Quito, una fotografía de Daniel Carrión fue colocada justo en el punto medio entre la Galería de Científicos Ecuatorianos Ilustres y la Galería de Científicos Extranjeros Ilustres del Centro de Documentos Científicos Ecuatorianos de la CCE. Cuando la de Lima, un óleo de Eugenio Espejo, obra del pintor nacional Vicente Rivadeneira, en el Salón de Honor de la Asociación Médica Peruana Daniel A. Carrión.
En esos empeños compartidos se nos fueron los mejores años de nuestras vidas a Roger Guerra-García y a este articulista.