Conservar un Estado sin riesgo

Escocia continuará dentro del Reino Unido (RU). ¿Por cuánto tiempo? Eso no está tan claro. Los Estados, especialmente los plurinacionales, aparecen y desaparecen, mudan sus fronteras, cobran importancia o se vuelven insignificantes.
Irlanda, que formó parte del RU, tras ciertos episodios de extrema violencia, en 1949 constituyó una República independiente.

El sangriento trauma de esa separación sirvió para que Londres afrontara el riesgo escocés de secesión de una manera más razonable. El país no volvió a quebrarse, todos se acogieron al modo legal de solucionar las disputas.

Quizá por eso es tan importante que las constituciones contengan cláusulas que regulen una posible secesión, tal como el divorcio entre parejas. Ahorraría mucho dolor e, irónicamente, hasta prolongaría algunas uniones, en lugar de romperlas.

¿Cómo deberían ser esas normas? :
Tendrían derecho a solicitar la secesión las regiones con cierta entidad histórica, previamente señaladas en la Constitución, y donde sólo voten los mayores de edad radicados en ese territorio.

No bastaría una victoria. Se necesitarían al menos dos consultas, acaso separadas por una década, para demostrar que el resultado de las urnas es una tendencia social arraigada y sostenida “intergeneracionalmente”.

Tampoco bastaría una mayoría simple, sino una mayoría calificada de, por ejemplo, el 60% de los sufragios. La superstición aritmética de que el 50% más 1 legitima cualquier decisión no siempre es acertada. Esa “mayoría” puede cambiar veleidosa e instantáneamente. El concepto “mayoría calificada” demuestra que la democracia es un instrumento, no un fin en sí misma.

Urge crear un marco legal que evite la violencia originada en la Constitución y la disolución de los Estados.

¿Cuánta sangre costó, recientemente, la desaparición de Yugoslavia y el surgimiento de media docena de naciones, entre las cuales Kosovo todavía está en medio del parto? ¿Y Ucrania? ¿Cómo se establecerá un Estado kurdo, dado que esa nación kurda –25 millones de habitantes remotamente originados en la cultura persa— vivaquea entre Turquía, Iraq, Irán y Siria? ¿Cómo será ese estallido en el mundo islámico? (Los kurdos, como buenos persas, suelen decir: “una palma no es un vegetal, un camello no es un animal y un árabe no es un ser humano”).

Como Estados Unidos contaba con un procedimiento (más o menos opaco) para formar parte de la Unión Americana –lo que le permitió llegar a los 50 Estados desde los 13 originales--, pero no había forma de salida, en el siglo XIX sufrieron una terrible guerra, cuyo costo en vidas norteamericanas ha sido mayor que el de cualquier otra anterior o posterior en la que el país haya participado.

Si sabemos que los Estados, como las personas, están sujetos a cambios y, al final, a la muerte inevitable, busquemos la manera de acomodar esos cambios y, en su momento, aprendamos a enterrarlos dignamente.

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