Lo he dicho anteriormente: el parque Metropolitano de Quito es uno de los mejores escenarios naturales para practicar ciclismo de montaña, carreras de mediano esfuerzo o simplemente pasear y contemplar aves, insectos, flores silvestres, árboles, respirar aire puro, tomar fotografías o simplemente encontrar un momento de tranquilidad.Los senderos, especialmente los que se han hecho con la huella del tiempo, son los más atractivos para ciclistas y corredores. Las llamas, que fueron introducidas hace algún tiempo, son bien cuidadas; se reproducen sin dificultad. Los parqueaderos fueron restringidos para que a los sectores más altos solo accedan personas con algún inconveniente físico o de la tercera edad.
Pero hay una alerta que merece ser registrada en este espacio de opinión. Hace poco más de un año se conoció la muerte de doña Lolita, una mujer que todas las mañanas acudía al parque para alimentar a mascotas abandonadas, especialmente gatos y perros. La señora fue atacada por una pandilla juvenil y desconozco los resultados de la investigación.
El 1 de enero de este año quedé sorprendido al ver en un sector del parque a al menos una decena de perros. Pregunté a personas que trabajan allí y me respondieron que es muy común que por fin de año los dueños de los animales llegan al bosque junto a sus mascotas, las abandonan y se retiran muy campantes.
El miércoles de la semana pasada, al terminar mi recorrido por el parque, encontré a un perro que temblaba, ignoro si de frío o de miedo. Consulté a una señora que vende jugos al lado de un estacionamiento y dijo que aquella mañana dos perros fueron abandonados por sus dueños. El que temblaba se quedó en el lugar señalado, el otro desapareció.
Lo señalado resulta insignificante frente a la realidad de las mascotas. En una reciente investigación de la periodista Mariela Rosero, que publica diario EL COMERCIO, se señala que en Quito hay 400 000 perros que constituyen una fauna urbana que requiere de mucha atención. La única organización que consta en el registro del Ministerio de Inclusión Económica y Social es el PAE (Protección Animal Ecuador), pero hay por lo menos otras 25 formadas espontáneamente por puro amor a los animales.
Existen mascotas abandonadas, atropelladas, flageladas, etc. Los colectivos sociales rescatan animales abandonados para atenderlos, cuidarlos y protegerlos. Se sabe que hay leyes que sancionan el maltrato animal, pero al parecer no es suficiente frente a las decenas de denuncias que todos los días se registran a través de las redes sociales.
Todas esas organizaciones de carácter altruista requieren apoyo, especialmente de alimentos, vacunas, insumos veterinarios, esterilizaciones, etc., pero no tienen dinero. Sin embargo, si no hay conciencia o amor por los animales ninguna campaña será suficiente.
@flarenasec