Unasur y su complicado enredo

Unasur es útil como mecanismo para fortalecer la capacidad de negociación de Sur América como bloque y, dentro de él, la de nuestro país. Si bien el Ecuador es pequeño en dimensión geográfica, demográfica y económica, es ya un estado de renta media. Ha crecido y madurado y, de una propuesta como Unasur, puede sacar provecho.

La región posee fortalezas: identidad geográfica e histórica, mercado, recursos naturales, limitado número de miembros –solo doce- lo que facilita la toma decisiones y, sobre todo, el respeto al pluralismo ideológico.

Pero tiene también debilidades: no existe una clara voluntad política de sus miembros para avanzar con la propuesta, su estatuto tiene carencias, su institucionalidad es aun frágil, sus liderazgos han decaído –Brasil, Argentina, Venezuela- por razones políticas y económicas.

En los dos últimos años han ocurrido hechos que han marcado la región. Argentina ha dado democráticamente un giro en su orientación política, el oficialismo en Venezuela ha sufrido un contundente revés en las legislativas, Bolivia ha dicho no a la reelección de Evo Morales y todo esto en una crisis económica aderezada por un sin número de casos de corrupción en varios países.

Al mismo tiempo, Unasur pasa por un complejo proceso de transición en la Secretaria General. Ernesto Samper, el actual responsable, se retira a fines de enero a pesar de que debió hacerlo en agosto pasado. Por razones que no se han explicado, se ha postergado el relevo y eso porque Perú y Argentina reclamaron.

En un ambiente polarizado, con demasiados procesos de regionalismos y de integración, la organización está en un enredo difícil de salir y aun peor de consolidarse. No percibo voluntad de impulsar el proyecto por parte de sus líderes naturales, en especial de Brasil con su descalabro institucional, democrático y económico. Argentina no parece estar interesada y Venezuela ya no cuenta.

No conozco si hay alternativas para suceder al Secretario saliente. Deberá tener muchos arrestos, convicción y capacidad para consolidar la institución. Su elección es de difícil salida dada la diversidad ideológico política de sus miembros y la necesidad de un consenso.

Con el fortalecimiento de la Alianza del Pacífico, cuya vocación liberal y aperturista no calza con otros países de la región que tienen modelos diferentes, resulta aún más complejo el futuro de Unasur.

Ecuador, país sede de la Secretaria, debe hacer una gestión diplomática desideologizada que impulse la Unasur acogiendo las distintas sensibilidades políticas y aliente a sus miembros a fortalecerla por su propia conveniencia. Y eso va también para la elección del Secretario General, no vaya a ser que nos caiga, para un retiro dorado, un funcionario internacional jubilado.

Suplementos digitales