Sin duda, la propuesta era parte de una estrategia. ¿Cuál era el objetivo? ¿Cynthia la habría conocido y aprobado? ¿Hubo alguna conversación previa con los otros candidatos o sus representantes? Será imposible saberlo, pero, tres situaciones quedaron evidentes: 1.- La escasa fe, del experimentado proponente, en el triunfo político de las principales opciones opositoras ; 2.- Por la debilidad intrínseca del binomio oficial se vaticina una segunda vuelta, pero es posible que si hubiese competido un solo candidato de la oposición el triunfo estaba en la primera y 3.- Que antes de la segunda, en un escenario tan confuso, se producirá un pacto legislativo que asegure reformas mínimas y espacios de gobernabilidad. Es decir, que lo que ahora es imposible, será urgente para la vuelta de abril.
En Ecuador por históricas razones ideológicas o personales y la idiosincrasia caudillista llegar a estrategia comunes tienen obstáculos insuperables hasta que se produzca un shock que genere una verdadera concertación postraumática. En ese momento faltarán sillas para la mesa de las negociaciones, mientras ahora se desperdicia la ocasión para proponer un relevo del poder, cuando el régimen parece una sandía mal abierta que se desborda por todos los costados.
El problema de los candidatos y allí la principal causa del fracaso de la propuesta Nebot es que los líderes y candidatos de la oposición administran un escenario en el cual consideran, con un alto margen de probabilidad, alcanzar el triunfo presidencial y una mayoría parlamentaria. En este caso, la Utopía de Tomás Moro queda corta.
En estas circunstancias y ante el riesgo de una ingobernabilidad permanente, al nuevo presidente electo, no tendrá otro remedio que convocar a una constituyente, vía consulta popular, pues su debilidad después de la posesión será mayor que la que tuvieron los últimos gobiernos de la partidocracia. Desde el primer día deberá blindarse para poder ejercer el gobierno primero desde el interior y luego imitar los días iniciales de Macri en Argentina para lograr recobrar el rumbo económico de la nación.
Los líderes de la oposición, luego de recuperarse de una posible derrota, podrán desde sus múltiples bloques legislativos proponer un acuerdo o aceptar una propuesta de “statu quo” con el ejecutivo. Corto, preciso y sin retórica. Una especie de estado de excepción moral. Solo por un año. No es un golpe de Estado ni nada parecido.
Así podrán “salvar a una Patria” endeudada al extremo, al garete en un mundo globalizado y con los índices continentales más bajos en desarrollo económico y social: producción, empleo y seguridad social. Para de la inmediata gestión deben asegurar un marco institucional, con asistencia de la ONU, para descubrir y combatir los ejes de corrupción en áreas estratégicas.