El regreso de Bucaram

Finalmente llegó el día del regreso del Abdalá Bucaram. El “loco que ama”. El presidente de la República que fue destituido por el Congreso en febrero de 1997 por “incapacidad mental para gobernar”.

Con la caída de Bucaram se dio inicio en el Ecuador a un ciclo de inestabilidad política, que se extenderá hasta la llegada al poder del presidente Rafael Correa. Entre 1997 al 2005 no pudieron culminar su mandato tres presidentes de la República: Abdalá Bucaram, le siguieron Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez.

Y aunque en esta etapa pasaron por Carondelet 10 presidentes, esta no fue la peor de nuestra historia política.

Entre 1925 y 1948 el Ecuador “vio nacer y morir” a cerca de 27 gobiernos.

Pese a que en esa época algunos asumimos que el gobierno de Bucaram cayó por el mal manejo de la economía, el uso anómalo de los recursos del Estado y el estilo vulgar, irrespetuoso y chabacano, pasados los años, las explicaciones apuntan, desde una perspectiva más académica, a lo que Aníbal Pérez-Liñán ha llamado como “nuevo patrón de inestabilidad”: el juicio político a los presidentes.

Son el desenlace final de las “crisis presidenciales”. Ya no son los militares o los civiles que golpean las puertas de los cuarteles. Vienen a ser como el patrón de conflicto institucional que afecta la estabilidad del gobierno (del ejecutivo en su relación con la legislatura) en el contexto de constituciones presidencialistas.

Los juicios políticos, si antes eran poco comunes en la región, desde la caída de Bucaram toman forma como una salida a los conflictos y crisis entre ejecutivo-legislativo. Es decir, pese a que Bucaram cuestionó la hegemonía de las élites políticas y económicas, nunca pudo doblegarlas. Algo que sí logró Correa en 10 años de gobierno.

Por este motivo, aunque la destitución de Bucaram es altamente cuestionable, no es menos cierto que los dos juicios entablados en su contra, Mochila Escolar y Fondos Reservados, expiraron, impidiendo que la justicia pueda confirmar su culpabilidad y él mismo demostrar su inocencia. Este hecho desluce su sonado y bullicioso retorno, como en las épocas “doradas” de campaña o cuando fue presidente de la República.

Los actuales momentos curiosamente coinciden con la partida del “loco que odia” y la llegada del “loco que ama”. Sin embargo, Bucaram no viene a disputar la hegemonía de Correa o de Alianza País sino particularmente de Jaime Nebot y del Partido Social Cristiano. Sí, Bucaram quiere ser alcalde de Guayaquil o prefecto del Guayas.

Aunque considero que en el país todavía sigue vivo el germen del populismo, el clientelismo y el caudillismo, no sé si es igual a las épocas en las que sobresalió Bucaram. Puede ser que el pueblo todavía siga queriendo circo, pero también espera resultados. Es decir, el Ecuador, hoy en día, es distinto.

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