Según la historia romana, se había cuestionado la virtud de Pompeya Sila, esposa de Julio César, aunque, al parecer, era inocente. El emperador mantuvo la orden de divorcio con la famosa frase: “la esposa de César no solo debe ser honrada; además debe parecerlo”. La revolución ciudadana, al igual que la mujer del César, debe ser demócrata no solo parecerlo por su discurso y sus lemas.
Cuando se creó el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, se le llamó pomposamente el quinto poder, aunque la revolución ciudadana no cree ni en los tres poderes clásicos y declaró guerra a muerte al cuarto poder. Lo mejor del quinto poder fue su nombre “participación ciudadana”, aunque solo ha sido un mecanismo para ejercer todos los poderes suplantando a los ciudadanos.
La primera prueba de una democracia es la transparencia en los procesos electorales y nuestra democracia no ha pasado ni esa prueba. Catorce partidos políticos, de muy variadas tendencias, han firmado un documento comprometiéndose a exigir y vigilar la transparencia electoral. El acuerdo deja en evidencia la triste verdad de que solo el partido oficial confía en las autoridades electorales y que todos los demás tienen dudas o guardan evidencias de lo contrario.
La desconfianza no ha sido prejuicio político de los partidos de oposición; los consejos electorales has estado integrados por delegados calificados por el partido de gobierno y tienen malos antecedentes. No han logrado depurar el padrón electoral, cada elección se pone a prueba un nuevo sistema electoral, no se han corregido los errores evidentes de los procesos anteriores, no ha existido control de la publicidad electoral, no han podido presentar cuentas claras del gasto electoral, no funcionó el sistema de conteo y difusión de los resultados, echaron sombras en la aplicación del sistema de distribución de escaños y en la calificación de los partidos. Con razón se resisten a la vigilancia de observadores internacionales calificados e independientes.
Mala señal es para la democracia que el Consejo Nacional Electoral adopte decisiones incoherentes aceptando o negando consultas populares a conveniencia del partido oficial y peor señal que se juegue con el tema de la reelección indefinida y se permita la manipulación de los mandatos constitucionales y los pronunciamientos democráticos.
A estas alturas será ya imposible hacer todas las correcciones necesarias por falta de tiempo, de presupuesto y de transparencia, pero será indispensable que todos los partidos políticos, todas las organizaciones y todos los ciudadanos tomen en serio la vigilancia del proceso electoral para salvar lo que queda de democracia. No podemos terminar como Venezuela, el país entero secuestrado por un grupo político, incapaz en el manejo económico, imparable en la corrupción y opaco en el manejo electoral.