Octubre y noviembre tuvieron sustanciosos argumentos para el debate. Más allá de candidaturas el ‘Petrogate’ se comió la escena.
Cuando un tema cala de verdad le nacen muchos padres y padrinos. Fernando Villavicencio, por ejemplo, reclama para sí la autoría de las primeras denuncias sobre el caso, todavía en proceso judicial, de los presuntos negocios turbios de la refinería.
Villavicencio, que ya anduvo por los tejados por la presión ejercida cuando acompañaba como asesor al ex asambleísta Cléver Jiménez, quiso participar en política. La conclusión fue que el activista quedó fuera de las listas del movimiento que le dio cobijo pero, con una medida que bloquea por ahora su nueva orden de prisión, sigue haciendo continuas denuncias.
Pues bien. El Régimen ha empleado todos los medios a su alcance – y son muchos, créanmelo -para instalar la idea de que fue el Gobierno el que destapó el caso putrefacto. Así, funcionarios investigados, pájaros de alto vuelo prófugos, empresas señaladas por presuntas coimas llenan la escena con una gigante operación con una supuesta corrupción nunca vista. Vamos a ver si las manos limpias de la justicia a la que le metieron otra mano, llegan al fondo de las cosas. No vale el dicho de que en arca abierta el justo peca puesto que en este pecado no parece haber justos y si muchos pecadores que pecaron y pescaron a río revuelto. El Festín, parte II, ni más ni menos.
Muchos expertos consideran que los casos de corrupción no siempre impactan en las urnas. Alguna vez Jaime Durán contaba de un funcionario en Brasil detenido por corrupto. Esa característica salía en primera línea en todas las encuestas. Pues bien, lo aprovecharon y su slogan de campaña, que se pintó en las paredes fue ‘Roba pero hace’ (‘Rouba mas faz’, en portugués) y así ganó de nuevo y siguió en sus andanzas.
Pues bien, aquí, parecería según un estudio de opinión, que el impacto del Petroescándalo hizo efectos, aunque sea leves. Se le vieron las orejas del lobo y las candidaturas presidenciales de Lenin, Glas y Correa, que se subirá a la tarima para hablar sin parar de su pacto ético a la medida de los otros, empezaron a sufrir algún estrago.
El ruido se tornó indispensable como táctica distractiva. La gente hablaba de corrupción, ponía en duda la acción de la Justicia, entonces: manos a la obra.
Y se reaviva el avispero con el polémico tema de la ley de plusvalía (con un título tan largo como rimbombante que no entraría en esta columna).
Un nuevo impuesto para los ricos, nos dicen, y los pobres dirán, que paguen, pues…
Se diluye la discusión, llegan las críticas, los candidatos opositores muerden el anzuelo y se lanza a la lucha retórica. Los sectores interesados sanamente también aportan lo suyo con datos, cifras, proyecciones, conjeturas y los medios de comunicación parece que seguimos la agenda que, una vez más, como en la larga década dormida, pone el poder, hasta que, sin sentir, lleguemos al mismo filo de la urna…