El enorme respaldo de la ciudadanía a la iniciativa del presidente Moreno con el claro triunfo de la Consulta, generó grandes expectativas para que el Ecuador vuelva a ser un país democrático con una economía en desarrollo; pero simultáneamente implica inéditos desafíos para el jefe de Estado. La situación en la que quedó el país después de los diez años de Correa es de tal gravedad, que requiere acciones inmediatas y vigorosas en todos los campos.
Moreno deber reconciliar a la sociedad, partida en dos por el estilo confrontacional y violento de los últimos diez años. La reinstitucionalización del Ecuador es ineludible, luego de que se despedazó a las instituciones básicas de la democracia. Las funciones del Estado requieren independencia real, a fin de que ninguna de ellas controle a las otras. Es impostergable derogar la ley de Comunicación que coarta los derechos ciudadanos. La política exterior exige un giro de ciento ochenta grados para abandonar un entreguismo absurdo y vergonzoso a las dictaduras de Maduro, Castro, Ortega y Morales, junto a Bielorrusia, Corea del Norte, la propia Rusia de Putin y su marioneta, Medvédev, y el régimen autocrático de China. Abrirse al mundo Occidental, cuyos países son tradicionales amigos de Ecuador y con quienes existen históricas relaciones políticas, económicas y culturales. Integrar la Alianza del Pacífico y tirar a la basura a la ALBA, que se creó exclusivamente para la promoción de Chávez. Resolver dignamente el caso Assange, irritante elemento en las relaciones internacionales.
Retornar al crecimiento sostenido de la economía, como condición indispensable para el desarrollo social, lo cual implica, entre otras cosas, reducir selectivamente el gasto público hasta situarlo en un tamaño compatible con el de la economía; estabilidad jurídica, despedazada en los últimos diez años con 14 reformas tributarias y contradictorias leyes societarias y laborales; eliminación de múltiples normas legales que dificultan la inversión, como la corresponsabilidad de los accionistas de las sociedades anónimas, que desvirtúa su naturaleza; celebrar nuevos convenios de garantía de inversión que creen confianza en el inversor extranjero; apertura de mercados, celebración de convenios comerciales, y la creación de una actitud pro-empresa y no antiempresa.
Combate real y efectivo a la corrupción empezando por castigar ejemplarmente, pero con estricta sujeción a la ley, a la horda de nuevos ricos aparecidos en el Gobierno más corrupto de la historia ecuatoriana. La honestidad rigurosa de la cabeza y la actitud firme ante cualquier atisbo de corrupción que pueda aparecer, son indispensables.
Pero todo lo anterior exige un equipo fresco y renovado, con pensamiento moderno y amplio, que sustituya a quienes estuvieron vinculados a los diez años de oprobio.