El Presupuesto del año 2017 estuvo mal hecho. Tan mal que se jalaron todas las predicciones importantes: gastaron menos de lo esperado y tuvieron mucho menos ingresos de los esperados. De esa manera, dado que la diferencia entre “presupuesto” y “realidad” fue mayor en los ingresos, tuvieron un déficit bastante más alto de lo esperado.
Pero eso no es todo. Por ser un año con elecciones presidenciales, el presupuesto 2017 se elaboró en agosto del mismo año, es decir, se elaboró conociendo cuánto se tuvo de ingresos y de gastos entre enero y julio. En otras palabras, sólo tenían que presupuestar los últimos cinco meses del año. Y así y todo lo hicieron mal.
Un “presupuesto”, como su nombre lo indica, es lo que se supone que va a ocurrir en un período de tiempo. El Presupuesto General de Estado, PGE, es el flujo de ingresos y egresos que se espera que tenga la caja fiscal. El PGE 2017 era, por lo tanto, lo que se esperaba que entre y que salga de esa caja en ese año. Pero, como ya se señaló, al hacerlo ya habían transcurrido siete de los 12 meses del 2017. Por lo tanto, tenía todo para ser un ejercicio relativamente preciso.
Pero no lo fue. Fue sorprendentemente impreciso.
Para entender los datos del PGE es importante separar los gastos de las amortizaciones de deuda y separar los ingresos de la nueva deuda contratada. Eso es clave porque si bien endeudarse y cobrar impuestos tienen el mismo efecto en la cuenta corriente del gobierno (aumentan el saldo), no tienen el mismo efecto en la situación financiera del gobierno.
Es por esa separación que de un mismo presupuesto pueden verse más de un número de ingresos o de gastos totales. El Observatorio de la Política Fiscal, OPF, con información del Ministerio de Finanzas, hace ese cálculo de una manera muy meticulosa, por lo que sus datos son especialmente confiables.
Y son justamente los datos del OPF los que señalan que los ingresos (sin deuda) del PGE fueron de USD 16 950 millones, o sea, sólo el 81% de lo presupuestado. Mientras tanto, los gastos de USD 24 350 millones fueron el 95% de lo presupuestado.
El problema es que si al aprobarse el presupuesto ya había un déficit de USD 4 800 millones, al cerrar el año con tan pocos ingresos, el déficit se disparó a USD 7 390. Y como los déficits se cubren con deuda, es básicamente en eso en lo que aumentó la deuda pública.
Pero esto no es un pequeño error que “a cualquiera le podría pasar”. Estamos hablando de una “imprecisión” de unos USD 2 500 millones, o sea, es la suma de lo que en un año ganan medio millón de ecuatorianos que reciben el básico. O sea, es una enorme cantidad de plata que se gastó sin siquiera estar previsto su financiamiento. Definitivamente no tienen claras las prioridades.