La actividad política de nuestro país continúa, como siempre entusiasta, agitada, inconforme y dirigida las autoridades de quienes los ciudadanos esperan resultados inmediatos o rápidos, pese a la crisis económica y las millonarias deudas pendientes de pago.
Pero hay un alivio: el insulto procaz ya no se escucha. La ofensa de los contendientes se ha reducido al mínimo.
El exsuperintendente de Bancos Dr. Alfredo Vergara nos recuerda cuando el Comandante Hugo Chávez de Venezuela y el Presidente Rafael Correa colocaban la primera piedra de una refinería, en El Aromo, Manabí. La señora Martha Roldós, en voz alta, expresó reparos. Se escuchó, entonces al Presidente Correa expresar: ¡cállese majadera!
Ese lenguaje presidencial ha terminado. Los últimos exabruptos se usaron cuando el actual Presidente adoptó una decisión que no gustó al señor Correa. De su amplio repertorio de groserías, le espetó dos: traidor y mediocre. No quedó libre de sus adjetivos ni el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, a quien le calificó de “limitadito”. A ciertos opositores los llamó cadáveres insepultos; a diplomáticos de carrera, momias cocteleras; a otros, caretucos, infelices y a una mujer, gorda horrorosa.
La pasión política de última moda rodea al Consejo Transitorio, presidido por el Dr. Julio César Trujillo.
Algunos soñadores con el retorno del Régimen en que han cometido las tropelías que están saliendo a la luz, mueven sus resortes para desprestigiar al Consejo transitorio. El argumento principal es sobre sus facultades, que pronto tuvo eco en la Asamblea, pero no prosperó. El punto de oposición es que el Consejo Transitorio –cumpliendo la voluntad popular expresada en la Consulta- debe evaluar solamente el desempeño de las autoridades elegidas por el anterior Consejo. Es decir, de algunos que fueron elegidos por la misma corriente de gobierno que está demostrando de lo que ha sido capaz en el manejo de la contratación pública y de la inefectividad de las obras contratadas, sin concurso ni licitación, bajo el amparo de decreto presidencial que declaraba “estado de emergencia” y de otros que están ahora en la cárcel y de quienes probablemente seguirán el mismo destino en manos de la justicia.
En esta lucha no hay izquierdas ni derechas. Solo hay dos sectores; el que con el Dr. Julio César Trujillo y los Miembros del Consejo Transitorio, pretenden moralizar al Ecuador y terminar una era de impudicias; el otro, que seguramente por “error de buena fé”, cree que se debe mantener ese modelo de administración ruinoso y favorecer con la impunidad a presuntos responsables de delitos.
Ojalá en esta lucha no aparezcan los adjetivos peyorativos, los dicterios y hasta las vulgaridades para tratar de causar daño.