lecheverria@elcomercio.org
A la hora de escribir esta columna apenas tenemos la certeza que exige la confirmación de la noticia más inverosímil y más triste: la ausencia definitiva de nuestros colegas, nuestros hermanos, los periodistas de este diario, Paúl, Javier y Efraín.
A las dificultades para identificarlos plenamente por fotografías se añadió la resistencia a claudicar renunciando a la esperanza de recuperarlos con vida.
La cobardía del terrorismo consiste en atacar a los inocentes, ejercer el grado más infame de violencia para provocar pánico; el terror es lo que da nombre a este diabólico método de forzar la tolerancia al mal. Su eficacia reside en la capacidad de inducir miedo generalizado. La víctima es la sociedad.
Es fácil caer en la tentación de buscar culpables no entre los narcoterroristas infiltrados en nuestro país sino entre los funcionarios políticos o policiales, pero hay que advertir que eso es justamente lo que buscan los terroristas, la división de los ecuatorianos en bandos y las mutuas inculpaciones. Por eso secuestran periodistas, porque eliminan la mediación entre la sociedad y el poder y buscan enfrentar a los periodistas con los funcionarios.
En la rueda de prensa del ministro del Interior César Navas, ante la lentitud, la falta de precisión y la ambigüedad de la información oficial, aparecieron la impaciencia y la ira, incluso de periodistas, que pedían la renuncia como si fuera la solución.
No se trata de excusar las responsabilidades del gobierno ni de creer que la crisis ha sido adecuadamente manejada, pero es hora de la mesura y la unidad para hacer frente al terrorismo.
No faltarán los intereses políticos que quieran sacar provecho de la crisis, que fomenten el temor o la rabia y magnifiquen los riesgos haciendo el juego a los terroristas. Los mismos que se mostraron complacientes con los narcotraficantes y amistosos con los guerrilleros, intentarán ahora hacernos creer que es la inoperancia o la debilidad del gobierno los que han inventado el narcoterrorismo que nos amenaza.
Una banda de criminales despiadados y traficantes de drogas nos ha declarado la guerra a todos nosotros y solo podremos derrotarlos si le hacemos frente unidos. Debemos entender que el Presidente Lenín Moreno nos ha embarcado a todos cuando ha dicho que “vamos a darles la lucha en el campo que ellos han escogido y los vamos a derrotar”.
Después de diez años de coqueteo con la guerrilla y de tolerancia al tráfico de drogas, después de la eliminación de la base de Manta, la compra de radares que no funcionan y tolerancia de campamentos en nuestro territorio, después de debilitar a las Fuerzas Armadas, lo que hemos logrado es la presencia de bandas criminales que quieren parte de nuestro territorio; el Estado no tiene otro camino que responder por la fuerza, con contundencia. No permitiremos que nos aterroricen, no dejaremos que nos dividan, los vamos a derrotar.