ftinajero@elcomercio.org
Nunca será tarde para expresar el dolor que nos ha causado a todos los ecuatorianos el vil asesinato de Javier, Paúl y Efraín, los tres miembros del equipo de este Diario que ahora se encuentran convertidos en mártires de su deber y en ejemplo para todos los periodistas del país. Tampoco será tarde para hacer ostensible nuestra indignación por la aviesa conducta de los falsos guerrilleros que nuevamente han secuestrado a dos ecuatorianos con el fin de chantajear al estado con la exigencia de liberar a sus compinches apresados, y a la sociedad ecuatoriana con la siembra del terror.
Nunca será tarde para reconocer nuestras flaquezas. Ni el dolor ni la indignación deben nublar nuestro pensamiento ni bloquear la capacidad de acción de nuestras autoridades. Es preciso reconocer que el infausto suceso ha puesto en evidencia nuestra falta de preparación para hacer frente a una situación que no tiene precedentes, lo cual nos obliga a tomar inmediatamente las medidas conducentes a superar nuestras deficiencias, corregir nuestros errores y robustecer los recursos que aseguren el bienestar y la seguridad de toda la sociedad, incluidas las poblaciones de frontera que hasta ahora han vivido en abandono. Creo que si es justo aplaudir la energía que ha demostrado el Presidente para expresar su decisión de combatir al terrorismo y al narcotráfico, también es legítimo esperar que haga los ajustes necesarios en sus cuadros de colaboradores más cercanos para asegurarse un manejo profesional del conflicto, al margen de improvisaciones condenables, y sin distraer la atención en otras actividades que, incluso si fueran importantes, han dejado de ser prioritarias.
Nunca será tarde para admitir sin rodeos que estos penosos acontecimientos no son sino el principio de una guerra de impredecible futuro. Nuestra paz ha sido vulnerada y no podrá ser restaurada con la sola captura del hombre apodado Guacho ni con la recuperación de los cuerpos de nuestros compañeros asesinados y la liberación de la pareja secuestrada. El enemigo verdadero es mucho más grande y peligroso: es la invisible red del narcotráfico, cuyos propósitos siniestros no dejarán de buscar el restablecimiento de la ruta libre que aparentemente fue abierta en los años anteriores. Es de vital importancia que las Fuerzas Armadas, contando con apoyo tecnológico adecuado, tracen la estrategia eficaz para esta lucha; pero además, que nuestra diplomacia despliegue una campaña internacional para alcanzar los apoyos que el Ecuador necesita. En uno y otro frente es preciso asegurar un manejo altamente profesional de los recursos necesarios. Más aun: es necesario que la zona de frontera sea atendida en materia de salud, educación, empleo, producción.
Nunca será tarde para poner los actos a la altura de las palabras y asegurar que no sea inútil la muerte de tres periodistas y cuatro militares, a la que se suma el sufrimiento de sus familias y de los nuevos secuestrados.