Grecia es muy parecida al Ecuador, pero sin petróleo. Es más, mientras más baja el precio del barril, más nos parecemos a Grecia.
Los dos países tenemos una moneda que la administran otros, en ambos países es complicado producir y tanto aquí como allá, los populistas tienen bastante acogida. En los dos países esa moneda “ajena” es muy popular: acá el dólar, allá el euro.
Por todo eso, habrá mucho que aprender de Grecia y su nuevo gobierno encabezado por Alexis Tsipras. Él es un político tan de extrema izquierda que le puso a su hijo Orfeo Ernesto, en honor al Che Guevara.
Pues Tsipras se ha rodeado de un gabinete relativamente folclórico, lleno de revolucionarios sin ninguna experiencia gobernando, que ya han anunciado que no piensan sujetarse a los compromisos de austeridad que habían firmado con la famosa “troika”, conformada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional.
Dotados de un notable teatralismo y de una retórica creativa, los miembros del nuevo Gobierno tienen actitudes tan curiosas como la del nuevo Ministro de Finanzas, que llegó en motocicleta a su primera reunión oficial con un representante de la Comisión Europea y que ha llegado a decir que la austeridad fiscal es equivalente al “waterboarding” (la técnica de tortura usada por la CIA contra los detenidos de Al Qaeda, consistente en tapar la cara de una persona con un toalla y luego lanzarle grandes cantidades de agua para producirle la sensación de ahogamiento).
Cierto es que la austeridad fiscal es una pesadilla para ese país. Vivir de paquetazo en paquetazo es como tener un chuchaqui que nunca se acaba, pero cuando un país está quebrado y nadie le quiere prestar plata (como a Grecia), no hay otra opción que gastar menos. Lo absurdo es llegar a quebrar un país y sobreendeudarle de tal manera que sea imposible pagar sus deudas. A comienzos de este siglo, Grecia tuvo varios años muy buenos, en los cuales en lugar de ahorrar lo único que hizo fue endeudarse más y más.
Adicionalmente, producir en Grecia es complejo. La corrupción y la burocracia hacen que los inversionistas piensen seriamente en irse a cualquiera de los países vecinos. En esta área hay muchas reformas que se podrían hacer que no tienen nada que ver con la austeridad fiscal, pero que podrían volver a su economía más competitiva.
En algo de eso estaba el anterior Primer Ministro y la economía griega estaba empezando a reactivarse, pero el domingo pasado Tsipras ganó las elecciones, se alió a un partido de extrema derecha y la incertidumbre se regó en los mercados. Se estima que en lo que va del mes, los depósitos bancarios en Grecia han caído en 11 000 millones de euros. Por lo tanto, al paso que van, parece que de ellos podemos aprender todo lo que no hay que hacer.