Si no tuviéramos la refinería de Esmeraldas, podríamos exportar más petróleo. Claro que produciríamos menos combustibles (que tendrían que ser importados). Así, habría más ingresos por exportaciones, pero también más importaciones. A pesar de eso, cerrar la refinería sería un buen negocio.
En realidad, si no existiera la refinería, el país podría exportar unos 100.000 barriles diarios adicionales de crudo y podría evitarse la importación de unos 40.000 barriles de nafta de alto octanaje que sirve de insumo en la producción de gasolinas. Eso significaría, entre ingresos y ahorros, unos $7,3 millones al día.
Claro que eso obligaría a importar los derivados que por ahora produce Esmeraldas, es decir, unos 50.000 barriles diarios de diesel y gasolinas y unos 60.000 barriles de otros derivados (desde asfalto hasta gasolina de avión). Esos derivados, adquiridos en el mercado internacional, costarían $7,7 millones, en base a un análisis del Observatorio de Energía y Minas de la Udla, usando datos de producción y precios de enero a mayo 2017 (el cálculo no incluye costos de transporte).
Por lo tanto, tenemos una refinería que nos ahorra $400.000 al día, pero claro, antes de contabilizar los costos operativos o los inflados costos de infraestructura (inflados en $2.200 millones por un arreglo mal hecho).
Pero los argumentos para cerrar la refinería van más allá, porque también implicaría ahorrarse los negociados, ahorrarse contaminación ambiental y, lo más importante de todo, evitarse el riesgo de un accidente grave en la refinería, algo que, por los arreglos mal hechos, podría darse en algún momento, con la consiguiente pérdida humana, ambiental y material. Y con lo ahorrado se podría reeducar a los trabajadores para que consigan empleo en otro sector.
Por cierto, si luego de cerrar la refinería, el país quiere seguir subsidiando combustibles, los costos serían los mismos que ahora, sólo que más transparentes y evidentes.
Proponer el cierre del complejo que debería ser la base de la gran industria petroquímica nacional puede sonar a sacrilegio, pero toda esta “gran industria” no se ha desarrollado en los casi 40 años de existencia de la refinería.
Y cualquier consideración de “vulnerabilidad” de no tener combustibles propios debería anularse con el “poder” que implica tener la materia prima para hacer esos combustibles.
Cerrar la refinería mataría los negociados, implicaría dejar de contaminar cerca de la ciudad de Esmeraldas, bajaría riesgos, desaparecería los costos de operación de unas instalaciones viejas y permitiría importar combustibles de mejor calidad para contaminar menos el país.
Ciérrenla, por favor.