¿Realismo imaginario? ¿Dos conceptos dispares con los que, sumados, pretendo definir un portento?
Llegó a mis manos un DVD que me entonó: “Un secreto en la caja. La historia de Marcelo Chiriboga”, “Un documental de Javier Izquierdo y colaboradores”. A Chiriboga le correspondió un país que luego de que nos plantamos con el “Tumbes, Marañón o la guerra” (1910, Alfaro a la cabeza), la línea de frontera con Perú se fue desplazando siempre hacia el norte, independientemente de la suerte de las armas en combates incontables. Para nosotros la frontera resultó una línea imaginaria. Para la diplomacia peruana sus derechos estaban ahí, en mapas que llegaban hasta las estribaciones de la Cordillera Oriental de los Andes. En aquel documental estupendo se les ve a los soldaditos ecuatorianos, los cholos serranos y los negros, en actitud de vencer o morir. En una toma impresionante, un indio shuar, entre la maleza, aterrorizado: era su territorio el que había sido invadido por los ejércitos de Ecuador y Perú.
Cuando el ‘boom’ latinoamericano, nuestro Marcelo Chiriboga ya era un escritor muy leído. Entre sus novelas, la que le dio renombre, “La línea imaginaria”. Un tema de ámbito continental: las guerras de fronteras inciertas, esas líneas imaginarias, esas venas abiertas de todo un continente. Javier Izquierdo se ha ingeniado para mostrarnos en ese documental fotografías en las que Chiriboga se halla junto a Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, entre otros. La figura de Chiriboga, serrana de otros tiempos: poco dado a las extroversiones, ello no obstante su rostro animado de una media sonrisa; de mirada siempre melancólica. Enjuto, con esos detalles imprecisos que llevan los hombres que han sufrido privaciones y sueños rotos.
Que Chiriboga fue de izquierda, no cabe duda. Como todos los revolucionarios de su tiempo más bien de clase media, si provinciano, con un pequeño fundo, la heredad familiar. Al igual que numerosos latinoamericanos Chiriboga prefirió viajar a Berlín Oriental antes que a la URSS. Retornó, quebrantado, a su pueblo natal en la provincia del Chimborazo. Le esperaba su hermana, la sobreviviente, una de esas admirables mujeres latinoamericanas que se constituyen en la memoria de las familias y las comunidades. Fue ella la que le enterró a los pies de un inmenso árbol de amapola que había en el solar ancestral.
El documental concluye con la desaparición de la línea imaginaria: Perú y Colombia, países fronterizos del Pacífico hasta el Amazonas. ¿Realismo imaginario? Marcelo Chiriboga no existió en la realidad. Es un personaje de ficción creado por Carlos Fuentes (mexicano) y Jorge Donoso (chileno), ambos del ‘boom’, sorprendidos y dolidos, quizás, de que no constara un ecuatoriano entre los grandes novelistas de la segunda mitad del siglo XX.