El deporte nació en las épocas más remotas de la humanidad, como lo prueban los vestigios arqueológicos. Muchos frescos antiguos testimonian las hazañas de los campeones deportivos de antaño. Y es presumible que su origen sea la guerra y la cacería, y que las carreras de los hombres primitivos para escapar de los animales salvajes o para cazarlos, los saltos para franquear obstáculos naturales, las travesías a nado por los cursos de agua, el uso de lanzas en las faenas guerreras y la lucha cuerpo a cuerpo hayan inspirado, por obra del espíritu lúdico del hombre, sus primeras actividades deportivas. El boxeo, la lucha, el kárate, el yudo, el taekwondo, el kendo, el tai chi, el jujitsu, el aikido, la esgrima, el lanzamiento de la jabalina, el remo, la equitación, el tiro delatan las remotas vinculaciones del deporte con la guerra.
Desde épocas muy lejanas la actividad deportiva formó parte de la cultura de los pueblos. Los antiguos egipcios fueron apasionados practicantes del tiro con arco y de las justas náuticas, los romanos midieron sus fuerzas en competencias de carruajes y en combates cuerpo a cuerpo y los mayas practicaron un juego que consistía en pasar una pelota por un aro vertical —el “tlachtli”—, en el que se ha visto el antecedente del baloncesto. Pero la institucionalización del deporte es gloria de los viejos helenos y responde a su principio de “mens sana in corpore sano”.
El deporte comprende diversas disciplinas: gimnasia, natación, lucha, boxeo, yudo, kárate, juegos deportivos, esquí, patinaje, marcha, navegación, ciclismo, levantamiento de pesas, tiro al blanco, esgrima, pruebas ecuestres y disciplinas atléticas de velocidad, saltos y lanzamientos, que se realizan con sometimiento a códigos y reglamentos.
La práctica deportiva, además de dar al ser humano vigorosas condiciones físicas, vitalidad, buena salud y tranquilidad de ánimo, contribuye a formar su personalidad y le proporciona grandes enseñanzas para la vida. Le enseña a trabajar en equipo, a saber ganar sin fatuidad y perder sin vencimiento, a soportar con entereza la adversidad y el triunfo con humildad. Le enseña que el éxito es hijo del esfuerzo, la abnegación, la constancia y la preparación; que no hay éxitos improvisados ni gratuitos.
El deporte es el mayor espectáculo de masas de nuestros días y tiene enorme importancia política. Ha sustituido a las guerras en la medición de fuerzas y de prestigios entre los Estados. Los héroes modernos ya no son los victoriosos guerreros sino las figuras estelares del deporte, que promueven de la imagen, el prestigio y los valores de sus países. La popularidad de Pelé, Michael Jordan, Pete Sampras, André Agassi, Roger Federer, Michael Schumacher o Michael Phelps envidiarían los más notables políticos de cualquier tiempo.