Nuestro pequeño y amado terruño es un escenario en el que, con frecuencia, podemos encontrar y, en ocasiones, saludar y conversar con ex mandatarios y con ex altos funcionarios nacionales y locales. Son personas que infunden respeto, a pesar de su diversa orientación política. Con el riesgo de no mencionar a todos, cabe nombrar a algunos de ellos: general Guillermo Rodríguez Lara, doctores Osvaldo Hurtado Larrea, Rodrigo Borja Cevallos, Gustavo Noboa, Alfredo Palacio, entre otros.
Ellos culminaron sus funciones y se alejaron del servicio público, unos son escritores o comentaristas políticos, tienen vivencias normales, participan en actividades sociales, conferencias, presentaciones de libros, eventos deportivos y culturales, a veces acompañados de sus cónyuges o familiares y eventualmente solos o con amigos. Se los observa dignos y distinguidos. No les acompaña ningún personal de seguridad (guarda espaldas), no hay temor, no lo necesitan. La conciencia limpia desvanece al miedo, la honestidad es fuente de valor y confianza.
Han sido los tiranos y déspotas, los mafiosos, los violadores de leyes y libertades, los que han exteriorizado irrefrenables pánicos, sosegados únicamente con guardias protectores armados. El descomunal enriquecimiento ilícito, burdamente planificado, la intervención en organismos judiciales, legislativos y de control, las amenazas, venganzas, sanciones desmedidas e injustificadas y los multimillonarios hurtos han estructurado un colectivo mafioso.
La mafia nació en la región de Sicilia, Italia, con la denominación de Cosa Nostra, agrupaciones similares fueron frecuentes en Irlanda, Reino Unido, Estados Unidos, Alemania, Canadá, Australia, Venezuela, Brasil, Argentina, Colombia y Chile, pero nunca antes se las detectó en nuestro país.
Estas organizaciones se estructuran con base en clanes o grupos que, por pactos de sangre, forman “familias”, cuyos miembros se someten a “códigos de honor”inviolables, entre los cuales el más destacado es la ‘omertá’ o ley del silencio, para evitar delaciones, pues la mafia obliga lealtades y castiga infidelidades.
El capo di tutti i capi es el mayor rango que puede haber en la Cosa Nostra, el jefe de la familia es el Don. Las órdenes de los jefes nunca son directas, descienden jerárquicamente hasta llegar al grupo más bajo que son los soldados, de tal manera que las capas más altas se mantienen a salvo, de verse implicadas, si se capturan a los miembros de los estratos más bajos. Las actividades delictivas de los mafiosos son, entre otras, el fraude, la extorsión, el blanqueo de capitales, los robos y asesinatos. Las justifican con mentiras, con sofismas e injurias que derruyen el ambiente moral y ético que rodea a la sociedad.
El futuro progresista y pacífico de los países exige la eliminación de estos vestigios de mafia y el retorno a la práctica de valores como la verdad, la honestidad, el respeto y también la justicia.