La ralentización de la pre-campaña electoral a causa del terremoto no durará demasiado. Ahora mismo hay intensas conversaciones y consultas entre los dirigentes de los grupos que esperan hacerse cargo, en menos de un año, de un país con un horizonte nublado, tanto por los efectos de la persistente crisis económica como por las decisiones que, en cualquier escenario, deberán tomar respecto del ‘largo día neo-socialista’.
En los extremos políticos no hay grandes dudas. Guillermo Lasso, de Creo, tiene trazado su derrotero, y solo queda saber con qué candidato irá la Unidad. Se conoce que el PSC presentará mañana a Cynthia Viteri como su precandidata.
El alcalde Jaime Nebot insiste en no correr porque no quiere arriesgar el bastión político que tanto trabajo le ha costado sostener, ni su vida familiar en Guayaquil.
Mauricio Rodas prefiere terminar su mandato en la Alcaldía. Alberto Dahik está dedicado a escribir el plan económico de la Unidad y no le han propuesto la candidatura. Ramiro González no cuaja en la ‘fanesca’.
Entre el centro y la derecha no habrá ‘outsiders’ ni ‘oldsiders’ y es posible que los votantes del espectro adhieran a un solo candidato en la primera vuelta. La izquierda ya tiene precandidatos, pero es consciente de que no tiene posibilidades si no estira la sábana hacia el centro. Quienes están alrededor de ese proyecto saben que ahí está la verdadera posibilidad de disputar el espacio perdido por AP. ¿Paco Moncayo está dispuesto a dar una batalla presidencial? Por ahora, la ID está ocupada en lograr su carnet de identidad.
AP también sabe que, además del voto populista, tiene que reconquistar al centro, hoy decepcionado por una larga lista de agravios. Y ahí es donde las cuentas se ponen espinosas -tanto como las cuentas del Ministro de Educación respecto de la conveniencia de no asegurar las escuelas públicas- incluso para los economistas más duchos.
Es simplista pensar que el binomio Moreno-Glas sumará las intenciones de voto de cada uno por separado, y que el triunfo está a la vuelta de la esquina: en política uno más uno no siempre es igual a dos. Solo hay que imaginar las lecturas a la que se prestaría una foto con Lenin presidenciable y Jorge vicepresidenciable. Para complicar las cosas, Moreno quiere guardarse un espacio de decisión. Y a Glas no lo hace feliz el papel secundario.
Ganar en primera vuelta es prioritario para AP, y parte de su apuesta es asegurarse la Asamblea: los candidatos serán personajes de confianza del presidente Correa, incluidos ministros. En una segunda vuelta podría perder frente a una derecha fortalecida o a un centro izquierda que se tome el espacio que dejó AP. Las fórmulas Moreno-Glas y Glas-Moreno no funcionan ni para la primera, ni para la segunda vuelta. No son viables internamente ni creíbles hacia afuera.