¡Vade retro Satanás!

Convertido hace rato en la arena del debate político, el Facebook criollo ardía hace poco con los ataques al proyecto de ley para erradicar la violencia de género que se tramitaba en la Asamblea, aquella institución que el correísmo degradó al nivel de mensajería del Ejecutivo pero que, aprovechando el exilio del macho alfa, acogía la propuesta del presidente Moreno. Como en los tiempos del ¡vade retro, Satanás! los grupos conservadores desplegaban su arsenal en contra de todo lo que sonara a diverso y pecaminoso y, con el apoyo de dirigentes de la Conferencia Episcopal, convocaban marchas blancas en varias ciudades.

A tanto llegó la ira divina de los guardianes de la familia ‘normal’ que el académico Farith Simon escribió en estas páginas que nunca antes había visto en las redes “un despliegue tan extremo de prejuicios, desinformación y agresividad”, tanto así que no pudo detallar “la cantidad de mentiras que se han dicho para promover y convocar la marcha”. Por el contrario, las lúcidas defensoras del proyecto argumentaban en nombre de la tolerancia, la educación sexual, el Estado laico y la libertad de elección, aunque no faltaron comentarios despechados del tipo “estos curuchupas no tienen remedio”. O la pregunta desesperada: “¿en qué país vivimos, Dios mío?”.

Pues vivimos en este país de Dios y sus caudillos en el que no terminan de cuajar el laicismo y la democracia, donde las revoluciones de izquierda las dirigen sinuosos cuadros de derecha como Mera, Glas, Correa y los hermanos Alvarado, que están pasando de agache luego de diez años de propaganda enfermiza. Era previsible entonces la reacción airada contra la equidad de género, tan previsible y poderosa que al día siguiente los apés y los creos de la comisión podaron todo lo que sonara a género, feminismo y diversidad para dejar el proyecto a gusto de los conservadores de aquí hasta el Vaticano.

Al mismo tiempo que esto ocurría en un rincón perdido de los Andes, en la región más rica, culta, cosmopolita y comercial de España las fuerzas rencorosas del nacionalismo y el oportunismo también marchaban hacia el desastre con el apoyo digital de Assange y los hackers de Putin, así como de Pablo Iglesias (jugoso contratista de Chávez y la Revolución Ciudadana), de la extrema derecha europea y del cínico Maduro; o sea, del dream team del populismo y el fascismo.

Pero, a la larga, las fuerzas del progreso se imponen y la gente se adapta a los nuevos tiempos. El mismo Fander Falconí que aceptó en silencio los atropellos ecológicos y machistas de Correa, ahora cita al Papa, a Moreno y la Constitución para exigir respeto a los homosexuales y defender el enfoque de género, así como la educación sexual en las escuelas y hasta el uso eventual de anticonceptivos. ¡Virgen santa, ojalá no le vuelvan a jalar las orejas desde Bruselas!

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